Devolver bien por mal es un acto difícil. La vieja naturaleza en nosotros quiere cobrar por los daños hechos. La ley de Cristo es todo lo contrario. Cuando le maldecían y le maltrataban, encomendó todo al que juzga rectamente.
“Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de beber agua; Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará” Proverbios 25:21-22

“Amontonar ascuas” sobre la cabeza de un opositor ha llegado a ser un refrán bien conocido que se cita con cierta frecuencia. La idea del proverbio es que si devolvemos bien por mal, despertaremos la conciencia del enemigo y le haremos sentirse incómodo. Las ascuas son las clavadas de la conciencia que son “prendidas” cuando una persona se siente mal acerca de lo que ha hecho a otro. La tendencia natural es todo lo contrario; es la de devolver con la misma moneda por lo que nos han hecho a nosotros. Es una reacción instintiva que no hace nada para mejorar la situación, y por lo general, la empeora. Muy por lo contrario, mostrar bondad a los que se nos oponen es un principio fundamental de la fe cristiana.

Dos resultados se obtienen de un comportamiento generoso hacia nuestros enemigos. En primer lugar, hacemos un bien al otro cuando se da cuenta de la bajeza de lo que hizo. La bondad inesperada que se entiende como respuesta al agravio nos enseña algo que ni la violencia ni los vituperios podrían. El segundo resultado es que Dios nos recompensa. El ve nuestro comportamiento generoso y nos compensa, aun cuando otros no lo hacen.

Cuando manifestamos bondad para con nuestros enemigos, imitamos a Dios. Cuando estábamos enemistados con Él, cuando le éramos contrarios, desobedientes y rebeldes, Él envió a su Hijo para morir en la cruz. Pedro el apóstol se refirió a ello diciendo: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Él respondió a nosotros con amor, a pesar de nuestra condición de enemistados con Él: “Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10). Cristo nos dio el ejemplo, pues “cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). No nos pide hacer algo que Él no estuviera dispuesto a hacer. La bondad y la gracia manifestadas como respuesta al agravio son de las más nobles de las virtudes, pues el enemigo es tratado con bondad y a la vez esta misma sirve para destruir el odio. ¿Cuál es nuestra respuesta al amor de Dios? ¿Hemos reflejado su amor en nuestros tratos con otros? Es demasiado fácil “morder y comer unos a otros” como dice Gálatas 5:15. Muchos en el mundo lo hacen buscando vengarse. Pero el apóstol Pablo, citando este proverbio en Romanos 12:20 agrega, “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (verso 21). –Semilla Preciosa para Jóvenes. Editor Ian Rees. Trad./MER —

 

Lectura Diaria:
Levitico 23:23-44 [leer]
/Salmos 135:1-136:26[leer]
/Marcos 9:14-32 [leer]