Hay un caso de un ciego mencionado en la Biblia y llama la atención que él podía “ver” más que otros. Se nota por el nombre con que se dirigió a Jesús. Lea del caso.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16.

Jesús va rumbo a Jerusalén. Acaba de informar a sus discípulos con precisión sorprendente de lo que le va a pasar en Jerusalén. Con ocho verbos en tiempo futuro, Jesús delinea exactamente lo que va a acontecer. Todo se cumplió al pie de la letra. “He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre SERÁ entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le CONDENARÁN a muerte, y le ENTREGARÁN a los gentiles; y le ESCARNECERÁN, le AZOTARÁN, y ESCUPIRÁN en él, y le MATARÁN; mas al tercer día RESUCITARÁ” Marcos 10:33-34. En pocas palabras, el Señor emitió una profecía que al parecer, no fue comprendida por los discípulos.

En el trayecto a Jerusalén, “llegaron a Jericó. Y cuando él iba saliendo de Jericó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” Marcos 10:46-47. Bartimeo no había escuchado nada de la profecía entregada por Jesús a los discípulos, pero había comprendido algo de Jesús que otros no habían percibido. Bartimeo no podía ver, pero podía oír y hablar. Cuando la noticia llegó a sus oídos que Jesús iba pasando, su fe le llevó a llamar repetidamente, “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” v.48. Anidada en el corazón de Bartimeo fue la esperanza del Mesías prometido, lleno de misericordia. ¿Acaso sabía que el Mesías tendría ciertas características de las mencionadas por el profeta Isaías? Jesús mismo había tomado la profecía de Isaías en la sinagoga de Nazaret y abriendo le Escritura, halló el pasaje que decía: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;…” Lucas 4:18. El Mesías vino para dar vista a los ciegos. La fe de Bartimeo se hizo cargo de su corazón y de la abundancia del corazón habla la boca, “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mi!” No hubo duda en él acerca de la identidad de Jesús. Aunque ciego, Bartimeo “vio” más en Jesús de Nazaret que otros. Vio que el Mesías sería Rey y de Él reclamó misericordia. La fe reclama lo que los ojos no pueden ver.

Había aquellos que reprendían a Bartimeo para que callase, pero él no iba a ser silenciado. Continuó clamando las mismas palabras. “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” “Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle.” Más tarde Pedro el apóstol en una prédica dijo: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” Hechos10:34-35. ¿Habría escuchado Bartimeo una noticia más grata que “Jesús te llama”? Hay una preciosa invitación en Hebreos 4:16 para todo creyente, “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Por cierto, lo hizo Bartimeo. “Se levantó y vino a Jesús.” En respuesta a la pregunta hecha por Jesús, “¿Qué quieres que te haga?” Bartimeo tuvo un solo pedido, “Maestro, que recobre la vista” v.51. Jesús pidió una confesión audible para que todos se dieran cuenta que cuando Jesús llama, es para entregar bendición. Él espera que articulemos el deseo de nuestro corazón. Jesús dijo: “vete, tu fe te ha salvado.” Bartimeo no usó su nueva vista para buscar una mejor ubicación para continuar pidiendo limosnas, sino “en seguida recobró la vista, y SEGUÍA A JESÚS en el camino.” Su fe le había conducido a la fuente de poder. –DAJ

Lectura Diaria:
Éxodo 34:4-35 [leer]
/Salmos 85:1-86:17 [leer]
/Hechos 20:17-38 [leer]