“Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” Juan 4:35
En muchos países del mundo, cristianos fieles han repartido gratuitamente un lindo texto bíblico de Juan 3:16. Comenzando años atrás en la ciudad de Portage La Prairie, Canadá, “Los Sembradores” iniciaron una actividad que ha comprometido a miles de hermanos en la labor de distribuir el atractivo cuadro. Becky era aún estudiante del liceo cuando un hermano llegó a la puerta de su casa para dejar el texto y un tratado que lo acompañaba explicando su significado. Tan pronto que la persona se fue, Becky se puso a leer el tratado. El contenido le llamó la atención y de inmediato ella escribió a la dirección indicada para recibir mayor información. Textualmente escribió: “¡Sí!, tengo interés y deseo saber más del tema de la salvación.” Dentro de poco, la misma persona que había dejado el texto le fue a visitar. Llevó más literatura y pudo conversar con Becky. Su corazón sediento recibió el mensaje del evangelio y ella puso su fe en Cristo como en el Salvador de su alma. De pronto nació en ella un hambre por saber más de la Palabra de Dios. Ella se cambió a otra ciudad cercana para seguir sus estudios de parvularia y estar cerca de una asamblea cristiana. Su entusiasmo era contagioso y cada persona que se contactaba con ella escuchaba algo del mensaje que había llevado paz y gozo a su alma.
Terminados sus estudios, Becky encontró trabajo en la misma ciudad y buscaba cómo mejor servir al Señor y alcanzar a más almas preciosas con el evangelio que le había hecho tanto bien. Su oración era similar a la de Jabes, quien deseaba que el Señor “ensanchara su territorio,” 1 Crónicas 4:9-10. Era un deseo muy loable, pues coincidía con la voluntad de Dios por su pueblo Israel. Con el correr del tiempo, Becky se cambió a otra ciudad donde empezó a participar en las actividades de los jóvenes que hacían visitas para predicar el evangelio entre los indígenas que vivían en una zona aledaña. En las reuniones entre los indígenas, ella procuraba mantener ocupados a los niños para que no diatrajeran a las madres que asistían y escuchaban predicar a los hermanos. Esto lo continúa haciendo, si bien es una tarea difícil para una señorita sola, y a veces se desanima por la falta de otra persona que comparta la misma visión. Además de esto, mantiene contacto con un grupo de descendientes de inmigrantes europeos cuyos antepasados conocían el evangelio, pero es tema desconocido para la nueva generación. Algunos de ellos se han convertido y ya forman parte de la asamblea local. Becky siempre quiere que otros conozcan al Salvador que ella tanto ama. Ayuda en un puesto bíblico que la asamblea instala cada verano en la feria local adonde llegan muchas visitas. A cada uno le ofrece textos y literatura, incluso una revista llamada VIA. En una edición de la revista, un artículo cuenta cómo ella se convirtió a Cristo. Después de la feria, el puesto bíblico se trasladó a un centro comercial donde ella participa en atender a los que pasan y aceptan literatura y textos. Entre ellos hay personas que la conocieron en otras actividades evangelísticas en que ella participaba. En las conversaciones con ellas, puede llegar más a fondo sobre el tema de la salvación. Recién el Señor abrió la puerta para que dos veces al mes pueda hacer estudios bíblicos con las mujeres de la cárcel local.
Becky sigue con su interés en ver almas salvadas y recientemente escribió de sus experiencias. Dijo por ejemplo, “mientras estaba en el puesto bíblico hoy, conversaba con un indígena que conocí previamente. Me reconoció y se acercó para recibir más literatura, posibilitando una buena conversación sobre temas de las escrituras. Además, se acercó una mujer coreana que no sabía leer. Le mostré el Libro Sin Palabras y le expliqué el significado de cada color, entregándole así el mensaje del evangelio. También conocí a una pareja de la India que estaba de visita para celebrar con su hijo la ocasión de su recibimiento como piloto. Se llevaron un texto como regalo para él, y uno para ellos en el idioma hindú”. Becky cuenta de otros casos y termina diciendo: “Como es evidente, el Señor está obrando y es maravilloso pensar que El puede utilizar estas conversaciones para llevar a las personas a sí mismo.” También cuenta de dificultade,s por las cuales pide oración. Escribe: “Me doy cuenta que lo importante no es lo que yo esté haciendo para el Señor, sino lo que El está haciendo en mí. Me siento muy sola, y mi propia familia no se interesa en mí. Nunca me escriben ni me contactan por teléfono. Sin embargo, yo trato de mantener contacto con ellos. No son salvos y no se interesan en las cosas del Señor. Recuerdo que ‘Él cuida de las aves’ y sé que me cuida también a mí. Ore al Señor para que otros tengan una visión para los perdidos. Mi deseo personal es estar donde el Señor me pueda utilizar, y busco su voluntad. No quiero desanimarme y perder la visión que El me ha dado, la de alcanzar a las almas perdidas en mi alrededor. Por favor, oren por mí”. — MR