“He encontrado mi oveja que se había perdido” Lucas 15:6

En las parábolas de Lucas 15 vemos el esfuerzo de Dios por alcanzar a los perdidos. Tal es el interés que Dios pone en ello que, ante la crítica acerca del porqué él recibe a los pecadores,  Jesús les pone tres ejemplos que ellos comprenderían bien. Dios tiene tanto afán en salvar a los perdidos como lo tendría cualquiera de ellos que, teniendo un centenar de ovejas, descubre que una de ellas se ha perdido. Aquí pone la figura del pastor que al hacer el recuento de sus ovejas encuentra que hay una faltante. No es una pérdida que se puede absorber. El uno por ciento de las ovejas es demasiado como para quedarse tranquilo porque esa sola oveja es de mucho valor. De hecho, es de tanto valor que cualquiera dejaría las noventa y nueve restantes e iría tras la que se perdió “hasta encontrarla” (v. 4).

Dios está demasiado preocupado por los perdidos como aquellos publicanos y pecadores que hará todos los esfuerzos por hallarles y salvarles. Irá tras ellos, conversará con ellos, les recibirá y comerá con ellos, dará su vida por ellos. El mensaje de la cruz nos habla del precio que el Hijo de Dios estuvo dispuesto a pagar por salvar lo que se había perdido, por usted y yo. Los fariseos y escribas creían que estaban en una situación de ventaja respecto de los demás, pero estaban tan perdidos como aquellos a quienes tanto despreciaban. Por lo tanto, si ellos representan las noventa y nueve ovejas, las palabras de Jesús deben ser comprendidas como una afirmación irónica respecto de que ellos creen que no necesitan de arrepentimiento y en ese sentido señalan más bien al hijo bien portado de la parábola subsiguiente.

Cuántos jóvenes y personas que fueron criados en la enseñanza y el temor de la palabra de  Dios! No han ido por los riscos y quebradas pero están en el desierto (v. 4).  Si bien esta parábola es simple y Jesús destaca el esfuerzo del pastor por buscar y hallar aquella única oveja que se fue, no debemos desechar su mensaje secundario. Si algún lector está en la situación de las noventa y nueve, aparentemente seguro en su entorno, pero aun en el desierto, le invitamos a reconocerse igualmente perdido delante de Dios y entregarse al Buen Pastor. El gran gozo de Dios por el arrepentimiento de un perdido que recibe la vida eterna le lleva a soportar y padecer el esfuerzo de buscarlo y hallarlo. Este mensaje es para hoy y para cada uno de nosotros. ¿Nos ha hallado el buen pastor? ¿Ha habido gozo en el cielo por su arrepentimiento? rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
1 Samuel 17:1-31 [leer]
/Isaías 56:9-57:21 [leer]
/Romanos 3:1-29 [leer]