“Era necesario hacer fiesta y regocijarnos” Lucas 15:32

El hijo perdido que se ha ido lejos a una provincia apartada ha vuelto en sí y contrito y humillado ha vuelto a su padre. Al ver la magnitud del amor de su padre al recibirle no puede terminar el discurso que tenía preparado. Recibe vestido, anillo, zapatos y ¿podría pedir ahora que le padre le hciiese como uno de sus jornaleros?. Hay fiesta en la casa del padre y todos se regocijan, menos su hermano mayor que volviendo del campo donde se desenvuelve –figura del mundo– oye la celebración y descubre que su padre ha perdonado a su hermano que ha vuelto con todos los derechos a la casa paterna gracias a la misericoridia de su progenitor. Esto es demasiado y por lo tanto él no participará de esta fiesta de la gracia y del perdón. Su padre tiene que salir a buscarle.

Por medio de esta parábola Jesús les denuncia a los fariseos y escribas que, en vez de alegrarse porque los pecadores perdidos pueden ser salvos, ellos se molestan, se enojan y arremeten contra quien ha venido a ser su salvador, el mismo Hijo de Dios. ¡Esa es su misión! Ya les ha dicho en otra ocasión: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa:Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13).

Sin embargo, el hijo religioso recuerda al padre las faltas de su hermano menor. No hay gracia en su vida. Acusa a su padre de matar el becerro gordo para su hermano, cuando también el sacrificio aseguraba una porción para él. La alegría y regocijo en la casa del padre tenía mucho que ver con la abundante provisión ejemplificada en el sacrificio del becerro engordado. No obstante el hijo mayor no tiene ni quiere recibir gracia de parte de su padre, ni quiere celebrar  salvación de su hermano así como el pecador en su orgullo no quiere recibir la salvación por gracia de parte de Dios, menos si es la misma gracia que salva a pecadores “peores” que él. Pretende ganársela por sus obras. El hijo mayor llegó cerca de la casa así como el religioso está cerca de Dios, pues tiene acceso a la Palabra  (“Tú siempre estás conmigo”, v. 31) y cree conocerla y cumplirla. Tenía su porción de la herencia, mas vivir en la casa del padre lo consideraba una especie de esclavitud. Al religioso las cosas de Dios le están también disponibles (“todas mis cosas son tuyas”, v. 31), mas no las aprecia como dignas de tomarlas para sí.

Hemos considerado este capítulo 15 de Lucas y sus tres historias. En ellas vemos el despliegue de esfuerzo que Dios lleva a cabo con tal de alcanzar un perdido. Perdidos hay más de una clase. Los hay evidentemente lejos y otros que se creen estar cerca. A ambos el mensaje del amor de Dios y su favor inmerecidos les son presentados. ¿En qué situación de perdición está usted? Si no es salvado o salvada, ¿Recibirá la gracia de Dios? ¿Será hallado? ¿Habrá gozo en el cielo por su salvación?

Deje su esfuerzo personal y acuda al Señor Jesucristo confesando sus pecados. El le recibirá y le dará la salvación y la vida eterna. rc

 

Lectura Diaria:
1 Samuel 26-27 [leer]
/Isaías 65 [leer]
/Romanos 8:1-17 [leer]