“Y levantándose, vino a su padre” Lucas 15:20

Haremos un paréntesis en esta historia antes de continuar con el relato del hijo mayor. Miremos por un momento lo que esta triple parábola debe haber producido en los oyentes de Jesús. Lucas ha dicho que se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores. En este grupo habrían ladrones, mujeres y hombres de mala vida, individuos despreciados por la sociedad y por los religiosos. Sin duda sería un grupo histórica y culturalmente desplazado y mal visto. Ellos se deben haber visto representados en cierta manera por la oveja que se perdió y celebrarían el hecho de que el pastor dejara las noventa y nueve y fuera tras la que se perdió.

Tal vez destellaría en sus mentes el deseo de ser encontrados por un pastor como aquel de la historia que Jesús cuenta y alguno quisiera identificarse con esa oveja y ser motivo del gozo que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente, pues la aplicación al pecador perdido que es hallado la hace Jesús inmediatamente. A continuación Jesús presenta la historia de una moneda perdida y destaca el esfuerzo que despliega una mujer en encontrarla hasta que lo logra. También hay celebración y Jesús vuelve a aplicar la historia al mundo real pues vuelve a mencionar que hay gozo delante de los ángeles por un pecador que se arrepiente. ¿Qué nos está queriendo decir el maestro? ¿Será que alguno de nosotros pudiera también –siendo pecador– ser hallado, restaurado y salvado? ¿Será que este mensaje tiene algo que ver con nosotros y la posibilidad de enmendar nuestras vidas? ¿Será posible que el cielo se alegraría si uno de nosotros es rescatado de la vida de pecado?

Cualquier duda en la mente de alguno de los del auditorio de Cristo se disipa con la tercera historia que el maestro cuenta. Ahora no es un animal ni una moneda. Se trata de un hijo, un hijo perdido. Todos son hijos así que todos pueden sentirse representados. El hijo se porta mal, desea la muerte de su padre y exige que le den dinero. Se marcha y vive perdidamente. Tal como ellos. ¿Qué desenlace tendrá esta historia? ¿Será como las anteriores, con un final feliz, con gozo en el cielo? Jesús tiene mejores noticias que las mejores expectativas de ellos. El hijo decide volver y el padre es misericordioso. Le recibe, le perdona, le viste y le honra. Hay fiesta y regocijo, el hijo perdido ha sido hallado restaurado y salvado.

Ya no quedan dudas en los publicanos y pecadores. La bendita acusación que han hecho los fariseos es realidad: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Lucas 15:2). El perdón está disponible para cualquiera. Es posible ser hallado no importa la vida de perdición y disipación ni lo lejos que haya llegado un pecador si se vuelve a Dios arrepentido. Jesús dice que Dios perdona. Por supuesto, él puede decirlo con la mira de su sacrificio futuro en la cruz, en base a su muerte y resurrección por todos los hombres. ¿Acudiría alguno de los oyentes de entonces a los pies del salvador, sinceramente arrepentido? No lo sabemos. Pero si el lector se arrepiente de su vida perdida puede en este momento acudir a Cristo y recibir la salvación. El mensaje no deja lugar a dudas. ¿Se levantará y vendrá a su padre? ¿Será salvado usted hoy? rc

Lectura Diaria:
1 Reyes 8:1-30 [leer]
/Jeremías 15 [leer]
/Filipenses 1:1-20 [leer]