“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu” 1 Juan 4:13

 

 Caminar con Dios requiere de un creyente que persevera en la oración privada. Para orar como a Dios le agrada y como está establecido en su Palabra, hay que estar en comunión con el Señor. Dice Pablo: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (1 Timoteo 2:6). Un creyente que levanta manos santas es uno que permanece en Él, es uno que camina con Dios. El Señor Jesús con frecuencia “se apartaba a lugares desiertos y oraba” (Lucas 5:16). El ejemplo de Jesús mismo nos enseña que para andar en comunión con el Padre, un factor fundamental es la oración frecuente y sincera.

Caminar con Dios requiere de un creyente que medita en las cosas de Dios. Isaac meditaba en las cosas de Dios. Dios dijo que era su Dios. Leemos: “Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde” (Génesis 24:63). Más tarde Dios dice a Jacob, hablando de Isaac: “Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo:Jacob, Jacob. Y él respondió:Heme aquí.  Y dijo:Yo soy Dios, el Dios de tu padre” (Génesis 46:3). Sin duda que Isaac meditaba en las cosas espirituales, en las promesas de Dios, en lo que su padre Abraham le habría enseñado. También David, de quien Salomón reconoce anduvo o caminó delante de Dios, como vimos la semana pasada, medita en Dios: “Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová” (Salmo 104:34).

Caminar con Dios requiere de un creyente que se asocia con los creyentes. “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25). En la comunión con los creyentes el hijo de Dios haya consuelo, estímulo y ánimo para vivir una vida más cerca del Señor. Quien menosprecia la congregación de los santos lo hace también con el deseo del Señor. La voluntad suya es la edificación mutua de los creyentes: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación” (1 Corintios 14:26). En el seno de la asamblea el creyente es refrescado, escucha del Señor, comparte con los creyentes en temas espirituales, recibe el amor fraternal y como consecuencia, es movido a obedecer más al Señor: “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos” (1 Juan 5:2).

Que podamos reconocer y apreciar los distintivos de un creyente que camina con Dios. Es la forma de vida que Él quiere y demanda de los suyos. No hay otra opción para el creyente. Rc

(continúa)

 

Lectura Diaria:
Jueces 5:1-31 [leer]
/Isaías 26:1-21 [leer]
/1 Corintios 5:1-13 [leer]