“Andarán conmigo en vestiduras blancas” Apocalipsis 3:4

Al revisar en la Biblia los elementos que constituyen lo que se denonima “caminar con Dios”, encontramos que corresponden a una constelación o síntesis de los componentes de la vida cristiana. Hemos visto que el “caminar con Dios” del Génesis equivale al “andar delante de Jehová” del antiguo testamento y al “permanecer en él” de Juan. En todos los casos, representa una forma de vida que no es de este mundo, que es lejana, particular o marginal a los intereses del común de las personas. No constituye una alternativa a considerar sino más bien es un llamado y demanda del Dios eterno a todos los suyos, cualquiera sea la época en la cual estos hayan vivido.

Fijémonos que encontramos este llamado en el antiguo testamento así como en el nuevo. En algunos lo encontramos al principio de la vida o desde la niñez como Sansón (Jueces 13) y Samuel. De él se nos dice: “Y el joven Samuel crecía delante de Jehová” (1 Samuel 2:21). Sin embargo también encontramos este llamado de parte de Dios a personas ancianas como en el caso de Abraham, independiente de su vida de servicio y devoción previas. Podríamos decir que independiente de lo que un individuo haya o no haya hecho par Dios en su vida, siempre hay una oportunidad y un llamado del Dios vivo al ser humano para que le siga y le sirva, andando en su voluntas y ante sus ojos en santidad y una vida apartada. Felizmente, en la misericordia y voluntad de Dios, una vida de fracasos espirituales no significa que el punto final está ya puesto en ella o que el epílogo ya está escrito. Es notable en la Escritura que dice Dios a Abraham cuando este ya es anciano, cuando nosotros diríamos que ya no hay nada más que hacer, cuando ya todo lo hizo o no lo hizo: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1).

A los cien años de vida Dios llama a Abram a caminar con él en integridad. A continuación cambia su nombre a Abraham y establece su pacto con él. ¿Hay algún creyente a quien este llamado le sea oportuno? Es el momento de reconsiderar y volver al Señor, volver a la comunión con Él y a la de los creyentes. Notemos la respuesta de Abraham: “Entonces Abram se postró sobre su rostro” (Génesis 17:3). ¿Hay alguien que no conoce al Señor, que no es salvo? Dios le llama por medio del evangelio a convertirse a él, a creer en Cristo y recibirle cono su salvador personal, quien murió en la cruz del Calvario por sus pecados. Dios le llama a caminar con él en nueva vida: “Así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4). Caminar con Dios, entonces es un llamado permanente del Dios vivo a todo ser humano. Es el llamado a cambiar de estilo de vida para siempre, a ser apartado para Él y a servirle en esta vida y en la eternidad. En el teto del día vemos que, finalmente, caminar con Dios es el futuro de los que son fieles. ¡Qué perspectiva! Caminemos con Dios desde ya. rc

 

Lectura Diaria:
Jueces 6:1-40 [leer]
/Isaías 27:1-13 [leer]
/1Corintios 6:1-20 [leer]