Hay diferentes motivos por los que uno puede alejarse del Señor. Esto conlleva una pérdida de la visión hacia las cosas espirituales.

 

Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” Lucas 12:40

 

Un joven se convirtió y apenas había comenzado a gozarse de su nueva vida en Cristo, que pidió ser bautizado. Los ancianos recomendaron que esperasen un poco y su reacción fue que su asistencia a las reuniones disminuyó hasta ser esporádica. Sin que él se diera cuenta, el Señor le había dado una oportunidad para probar la realidad de su fe y falló. Años más tarde cuando comenzó a asistir regularmente, admitió que su reacción fue carnal y le había privado de mucha bendición. Hay diferentes motivos por los que uno se aleja del Señor. En el caso del joven, fue su inmadurez y carnalidad; en otros, es por un malentendido, o por que no ha sido tomado en cuenta. Hay diversos motivos que producen un “bajón” en la vida espiritual de los creyentes.

 

La razón más grave es cuando uno se embarca en una vida pecaminosa, ya sea por un vicio que destruye el cuerpo, o la inmoralidad que atenta contra la santidad de Dios. La conciencia acusa a los desobedientes y el Espíritu Santo les hace sentir incómodos. Lo más sabio es reconocer el error y volverse arrepentido a Dios, confesando su pecado para ser perdonado. Quizás por vergüenza o por el qué dirá, se mantienen lejos. Muchas veces tales personas se excusan diciendo que pueden disfrutar de la comunión con Dios privadamente, y no necesitan del contacto con los otros creyentes. Se olvidan de la exhortación,”no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Hebreos 10:25. Estar en plena comunión con otros hermanos en la fe es un excelente antídoto para contrarrestar el desánimo que invade el alma cuando uno comienza a alejarse del Señor. Tener contacto con los otros hermanos para adorar y alabar a Dios; para aprender de su palabra y servirle, es un medio preventivo para no incurrir en un vicio o falta.

 

“Yo no entiendo qué me pasó” han dicho algunos cuando recobran su vista para apreciar las cosas de Dios de nuevo. La negligencia frente al compromiso con el Señor, asumido cuando nos convertimos, puede producir un quebranto en nuestra vida espiritual. El cansancio físico, la desilusión, las variadas situaciones que suceden en la vida pueden producir el desánimo espiritual. Ningún creyente sincero quiere ser hallado inactivo cuando Cristo venga a buscarnos. El Señor Jesús dijo: “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.” Lucas 12:37. El Señor promete una bendición para los que estén velando cuando regrese para buscar a su Iglesia. La venida del Señor es un gran incentivo para que el desanimado recobre la vista y sea restaurado a la comunión con El. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así” Lucas 12:43.  –daj