¿Cómo sabemos acerca de Dios? ¿Qué sabemos de él? Existe una sola forma correcta y bíblica de representar y de conocer a Dios. En la vida, el ser humano conoce y comprende lo que les es ajeno por medio de analogías. Podemos comprender cuando la Escritura nos dice de Dios que él “aborrece a los que hacen iniquidad” (Salmo 5:5) o que “el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11) sólo porque algo conocemos acerca del odio y de la misericordia en nuestra propia experiencia. De alguna manera proyectamos nuestras vivencias con respecto a dichas cualidades. Cuando oímos reír a alguien realmente no sentimos la alegría de esa persona pero sabemos cómo nos sentimos nosotros cuando reímos alegremente, así que asumimos por analogía que los mismos sentimientos están produciendo la risa en el otro.

Desde luego, este conocimiento percibido por analogía puede estar distorsionado por nuestros errores propios. David escribe: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmo 19:12). Cometemos errores con respecto a nuestros propios sentimientos y respecto de los de los otros. De la misma manera cometemos errores con respecto de la persona de Dios. La “imagen de Dios” en los seres humanos (Génesis 1:26, 27) es la que nos da un grado de analogía acerca de Dios en nuestros pensamientos, pero nuestras analogías desfiguradas nos pueden llevar con seguridad a graves errores. No es sino hasta que nuestra semejanza moral a Dios es restaurada a través de la regeneración espiritual o el nuevo nacimiento (Juan 3:7) que entendemos de mejor manera quién es Dios. En el extremo del error, el Dios invisible llega a ser representado por imágenes o ídolos que son incluso adorados. ¡Qué degeneración y evidencia del estado de calamidad espiritual en el que se encuentra el hombre natural!

¿Tiene el lector un discernimiento equivocado con respecto del Dios eterno? De acuerdo a la Escritura la comprensión humana permanecerá distorsionada, incluso en los creyentes, hasta que su santificación y glorificación sean completas: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). ¿Cómo es la percepción de Dios en la mente del lector? ¿Está distorsionada? La Biblia le llama a obedecerle, reconociéndole como su creador, Señor y Salvador. El no es como uno de nosotros en cuanto a dejar pasar por alto, a ignorar o a hacerse el desentendido con nuestra condición de pecado. El le ama y envió a su hijo a este mundo a morir en la cruz del Calvario. Dios eterno y hombre perfecto, llevó los pecados de todo ser humano (Isaías 53:6). Al que cree en él le concede la vida eterna. ¿Creerá usted en él? rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Jueces 20 [leer]
/Isaías 38-39 [leer]
/1 Corintios 15:35-58 [leer]