Con facilidad muchos invocan el nombre “Señor” en su hablar pero su vida permite ver  que en realidad no le conocen como tal. Se conforman a ciertas prácticas pensando que serán suficientes para ser considerado un cristiano. La realidad es otra; requiere convicción.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21.

 

Las opiniones vertidas en los “blog” que se publican en el Internet revelan una diversidad de ideas sobre un una variedad de temas. Los diarios siempre han tenido su sección de cartas del público. Pero el Internet ofrece más espacio para opinar y los comentarios multiplican. Soy miembro de un foro bíblico y algunos temas reciben más de dos cientos contribuciones. Algunas presentan puntos de vista opuestos. Un tema que recibe mucha atención y presenta un desafío a todo cristiano es ¿cómo vivir la vida diaria para la gloria de Dios? ¿Qué debemos hacer para que la Palabra de Dios tenga un impacto en mi vida? Dios quiere controlar nuestra vida. Al aceptar a Cristo como Salvador, también le aceptamos como nuestro Señor. Por ejemplo, tan pronto que se convirtió, Pablo el apóstol dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Debemos preocuparnos de lo mismo.

 

Hay personas que no dudan de la veracidad de la Biblia. Afirman que tienen fe pero cuando enfrentan una situación, no paran mientes para decir, ¿Qué es lo que el Señor quiere que yo haga?” Toman una decisión basándose en lo que sea agradable entre los amigos, sin referirse a lo que Dios ha revelado como su voluntad. El Señor Jesús enseñó que el uso de su nombre no es necesariamente una garantía que uno vaya a estar en el cielo. Su escueta enseñanza vista en el texto de cabecera es que algunos que se hacían pasar por discípulos de Él en un día futuro escucharán la declaración: “nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” Mateo 7:23.  Hay una gran diferencia entre vivir la vida cristiana conformándose a ciertas prácticas o vivirla por convicción en el corazón, sabiendo que es lo que agrada a Dios.

 

¿Sabemos andar diariamente en dependencia del Señor buscando como agradarle? Cuando existe una relación de vida con el Padre como hijos, habrá preocupación de obedecerle y tomar en cuenta su voluntad revelada en las Sagradas Escrituras. Debemos cultivar un nivel de dependencia y confianza en Él motivado por el conocimiento que Dios es fiel y guarda sus promesas. Viviremos por fe, una vida basada en la vida recibida por medio de Cristo. Actuaremos no solamente para conformar nuestra vida a lo que se espera de un cristiano, sino por convicción. No será solamente por parecer como cristiano sino actuar por persuasión sabiendo que “yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” 2 Timoteo 1:12. Cuando el andar del cristiano es basado en lo que la Biblia dice, hay bendición en servir a Dios por puro amor. –daj

 

Lectura Diaria:
Exodo 28:15-43 [leer]
/Salmos 74:1-75:10 [leer]
/Hechos 16:16-40 [leer]