Múltiples son los casos de personas que se han convertido al Señor Jesús y esto fue seguido por cambios positivos en su vida. Asistían a las reuniones de la iglesia, participaban en sus actividades y testificaban abiertamente de su fe. Y luego, hubo un cambio. ¡Dejaron su primer amor! ¿Qué hay que hacer?

El Señor Jesús dijo: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” Apocalipsis 2:4.

Cuando un gran líder de una nación fallece, se produce una especie de vacío para saber quién podrá tomar su lugar y seguir con su programa. El mundo ha visto muchos casos de esta índole. Casi tres milenios atrás, los israelitas tuvieron que enfrentar igual problema cuando murió Josué, el gran caudillo quien lideró la repartición de la tierra de Canaán. Cuando murió Moisés, no hubo problema para saber quién sería su reemplazante. Dios mismo nombró a Josué como su sucesor. No sucedió así cuando Josué murió porque la situación de la nación había cambiado de ser una gran multitud que vivía trasladándose de un lugar a otro a una nación de doce tribus repartidas en sus respectivas heredades. Con la ausencia de Josué “los hijos de Israel consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos?” Jueces 1:1.

Comenzaron bien y la tribu de Judá siguió conquistando como Dios había ordenado. “Combatieron los hijos de Judá a Jerusalén y la tomaron” Jueces 1:8. Muchos de los habitantes fueron muertos y prendieron fuego a la ciudad. Pero parece que no fueron echados todos los moradores originales. Algunos fueron permitidos volver a vivir en ella; “al jebuseo que habitaba en Jerusalén no lo arrojaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy” v.21. Algunas otras tribus tampoco arrojaron a los habitantes de las ciudades capturadas sino les dejaron morar en medio de ellas, haciéndoles tributarios. “Tampoco Neftalí arrojó a los que habitaban en Bet–semes, ni a los que habitaban en Bet–anat, sino que moró entre los cananeos que habitaban en la tierra” Jueces 1:33. Esto no fue lo que Jehová quiso, pues sabía que con el tiempo los antiguos moradores llegarían a ser “azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero” Jueces 2:3. Así sucedió y el ángel de Jehová tuvo que reprenderles diciendo “mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?” v.2. Para nosotros hoy viene la exhortación “haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” Colosenses 3:5.

Cuando una persona se convierte a Jesucristo recibiéndole como Salvador, recibe una vida nueva; “de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17. Al principio de la jornada, hay cambios positivos en la vida del nuevo convertido. Deja las prácticas pecaminosas, y abandona las entretenciones mundanas mientras su vida es consagrada para agradar a Dios y buscar su gloria. Con el andar del tiempo hay una tentación de volver atrás y como ocurrió con los israelitas, los intereses antiguos llegan a ser “tropezaderos” y se pierde el entusiasmo por las cosas de Dios. Viene al caso lo que dijo el Señor a la iglesia en Éfeso, “tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” Apocalipsis 2:4. Los israelitas tuvieron que experimentar lo que hoy Dios busca en los que dejan su primer amor; “cuando el ángel de Jehová habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró” Josué 2:4. Hubo cambios en aquella oportunidad pues “ofrecieron allí sacrificios a Jehová” v.5. El Señor nos dice hoy día: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras” Apocalipsis 2:5. –daj

Lectura Diaria:
Números 12 y 13 [leer]
/Proverbios 10 [leer]
/1 Pedro 2:1-25 [leer]