Tener paciencia es tener la capacidad de soportar una situación sin alterarse. También significa embarcarse en una actividad y no dejarla hasta que sea terminada. Es perseverar hasta lograr el objetivo.

 

Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.” Isaías 50:7.

 

¿Ha participado Ud. en algún evento de atletismo? Normalmente son eventos de distancias cortas de cien o dos cientos metros, y los más largos no duran más de cuatro o cinco minutos. Cuando Pablo el apóstol se refería al correr de los cristianos, no pensaba en un evento de corta distancia. Antes bien, la figura que tenía en mente era el maratón. En el maratón se recorre una distancia de 42 kilómetros y 195 metros. No es una competencia de velocidad, sino más bien una prueba de la resistencia de los participantes. Por eso, Hebreos 12:1 habla de “correr con paciencia” o con perseverancia. Hay diferentes tipos de problemas que se presentan en el trayecto, y la Biblia nos exhorta a despojarnos de todo peso que pudiera impedir nuestro avance. También advierte que hay pecados en la vida que impiden el progreso. El pecado es tipificado como algo que “asedia” o pretende hacernos parar en el camino.

 

Correr con paciencia compromete la voluntad para vencer el cansancio y seguir corriendo. ¿Cuáles son algunos de estos factores que inhiben el avance en la vida cristiana? Cuando no se ven los deseos realizados, aflora la impaciencia y el enfado y entra la duda. Algunos se preguntan, ¿vale la pena vivir para la gloria de Dios? Otros ven los logros disfrutados por los compañeros y los familiares y entra la desesperación. Piensan que han fracasado. Es tan fácil desanimarse en la carrera que algunos toman asiento al lado de la pista y así retrasan su efectividad como hijo de Dios llamado a honrar a su Padre celestial.

 

Cristo es el supremo ejemplo puesto delante de nosotros. En toda su vida fue incentivado “por el gozo puesto delante de él”. Por eso, “sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12:2. Si Cristo está sentado, es porque ha terminado su obra. Al final de su vida en la tierra, dijo al Padre: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” Juan 17:4. Proféticamente Jesús había dicho: “puse mi rostro como un pedernal” Isaías 50:7. Un pedernal es una variedad de cuarzo, y la palabra es usada para describir suma dureza o firmeza en cualquier cosa. Jesús nunca se desvió del camino de la obediencia. Vino para buscar y salvar a los pecadores, y nunca flaqueó. Contemplemos a nuestro Señor y Salvador y sigamos su ejemplo. –DAJ

 

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 12 [leer]
/Habacuc 3 [leer]
/Romanos 16 [leer]