Usando figuras conocidas de los juegos olímpicos, Pablo instruye a los cristianos en Corinto de la necesidad de ser disciplinados en la vida diaria. Se requiere esto para responder adecuadamente a las demandas de la vida para poder vivirla conforme a la voluntad de Dios.

 

“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” 1 Corintios 9:25.

 

Es atractiva la figura del cristiano como corredor en la carrera de la vida. Pero es un poco difícil visualizarlo como pugilista. ¿Cuál es el punto que Pablo enfatiza acerca del boxeador? Comienza hablando del tiempo previo a la pelea. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene. Era conocida la práctica de los boxeadores de cuidar su cuerpo para estar en óptimas condiciones para la pelea. Pablo había dicho anteriormente, “Y esto hago por causa del evangelio” v.23. Su meta fue siempre vivir de tal manera que otros conocieran a Cristo como Salvador. Pero el testimonio oído tenía que ser respaldado por buen comportamiento visto por otros. Es necesario que el cristiano cuide su cuerpo para que no sea usado por el pecado como instrumento de injusticia. Regalonearse, ser indulgente consigo mismo, responder a los pedidos pecaminosos del cuerpo equivale a debilitar el cuerpo y dejarlo fuera del combate, mientras se pierde su condición de hábil luchador. Disciplinarse es una práctica requerida en la vida de los luchadores si han de ser vencedores. Y lo mismo pasa con el cristiano. Peligra la efectividad del creyente cuando atiende a las demandas carnales y pecaminosas de su cuerpo. El lenguaje de Pablo suena duro, “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,” pero su objetivo es claro, pues dice “no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.

 

Escribiendo a Timoteo, Pablo dijo: “El que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente” 2 Timoteo 2:5. Ahí está el corredor. Pero en cuanto al púgil, en cuanto al boxeador, hay que cuidar el uso del cuerpo para que todo golpe sea efectivo, y no como quien golpea el aire. Al referirse a los golpes, Pablo no quiere decir que fuesen dirigidos a un contrincante, sino, contra uno mismo, como quien pone su cuerpo en servidumbre. La meta es la de conseguir una calidad de vida intachable. Es obtener la victoria en la vida cristiana, obedeciendo “las reglas”, es decir, los parámetros que Dios traza en su Palabra.

 

He aquí algunos de estos parámetros. “Sean vuestras costumbres sin avaricia” Hebreos 13:5. Romanos 12:9 contiene algunos requisitos para los corredores y pugilistas. “El amor sea sin fingimiento” es decir, sin ser hipócrita. “Aborreced lo malo, seguid lo bueno.” Cuando los compañeros de trabajo, o los familiares, o los amigos, u otros sugieren alguna acción que esté reñida con la buena voluntad de Dios, hay que aborrecerlo. En vez de dar lugar a aquello, mejor es hacer algo bueno que agrada a Dios, entregándose por amor a cumplirlo. Hemos de servir a Dios por amor. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal.” Romanos 12:10 dice: “En cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. ¿Estamos prontos a poner manos a la obra? ¿O esperamos que otros lo hagan, para no gastarnos demasiado? Corramos, no a la ventura, sino manteniéndonos en la pista que nos corresponde, con el ojo puesto en la meta. Y si obedecemos por amor a lo que el Señor ha dicho en su Palabra, Él, como árbitro justo, nos coronará. Preocupémonos de nuestro cuerpo, para aplicar la disciplina necesaria, a fin de que el cuerpo sea un instrumento de justicia para la gloria de Dios. Entonces cada uno podrá decir con Pablo, “Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él” 1 Corintios 9:23. –DAJ

 

Lectura Diaria:
Génesis 46:1-47:27 [leer]
/Sálmos 25:1-22 [leer]
/Mateo 26:31-56 [leer]