La vida cristiana es más que creer en Cristo y esperar que Él venga a buscarnos para llevarnos al cielo. Mientras le esperamos, hemos de estar ocupados en servir a Dios. Dios nos hace ver que fuimos creados precisamente para hacer buenas obras.

 

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” Efesios 2:10

 

Todo predicador del evangelio conoce bien los versos 8 y 9 de Efesios 2, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Enfatizamos que la vida eterna es un regalo de Dios y nadie puede hacer obras para merecerla. Si es regalo, no se trata de hacer méritos para obtenerlo. Pablo mismo explica que si fuera por obras, quien las hiciera tendría de que gloriarse y no habría gloria para Cristo. Si así fuera, sería imposible cumplir con el propósito de Dios que desea “que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11).  La alabanza en el cielo es dirigida hacia el Señor Jesús y a él solamente.

 

Es cierto que no se consigue la salvación por obras buenas, pero una vez salvado, Dios espera que ellas sean las características de nuestras vidas. Según el texto de cabecera, Dios ya las tiene en mente y espera de cada uno de sus hijos las manifiesten. La nueva vida en Cristo se expresa a través de obras buenas, es decir, obras que benefician al prójimo. Son obras que contribuyen al bienestar de otros. Por ejemplo “había en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hechos 9:36).  Pablo hizo mención de las mujeres y su atavío “de ropa decorosa, con pudor y modestia;… con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2:9-10). Cuando Pablo escribió a Tito, tuvo palabras para los jóvenes: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras” (Tito 2:6-7).

 

Es la responsabilidad de cada hijo o hija de Dios discernir qué es lo que Dios quiere hacer con su vida. Habiendo sido “creados en Cristo Jesús para buenas obras” debemos estar en alerta para aprovechar las oportunidades que Dios nos da para manifestarlas. Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14). Es conveniente revisar nuestras vidas para saber si estamos cumpliendo con la voluntad de nuestro Dios. A la iglesia en Éfeso, el Señor dijo: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia” (Apocalipsis  2:2). Hubo cuatro hombres que juntos hicieron una buena obra en llevar a su amigo paralítico al Señor (Marcos 2:3-12). Una congregación entera decidió hacer una buena obra en enviar ayuda para sus hermanos en Jerusalén (Hechos 11:28-30). Una mujer sola ungió a Jesús con un costoso perfume mientras Él estaba sentado a la mesa comiendo. Hubo quienes le criticaban pero Jesús le defendió y valoró su devoción diciendo “Dejadla, ¿por qué la molestáis? BUENA OBRA me ha hecho” (Marcos 14:6). La Biblia nos instruye, “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24). ¿Lo estamos haciendo?” –daj

 

Lectura Diaria:
Jueces 4 [leer]
/Isaías 25 [leer]
/1 Corintios 4 [leer]