“Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” Juan 5:20

Jesús ha estado enseñando cosas paradojales y tan radicalmente diferentes a lo que enseñan los fariseos, que él tiene que clarificar su relación con el antiguo testamento: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. En el verso del día Jesús dice que la justicia de los hombres delante de Dios, es decir, lo que los hombres presenten delante de Dios para ser declarados justos, debe ser mayor que lo que proponen y hacen los escribas y los fariseos. Esto ya era muy provocador pues para el común de la gente los escribas y los fariseos encarnaban la casi perfección en cuanto al cumplimiento de la ley. Al decir esto, el Hijo de Dios está simplemente señalando que los escribas y los fariseos no han vivido a la altura del estándar del antiguo testamento, pues en el antiguo testamento está la fuente de la verdadera justificación o justicia personal, el antiguo testamento da el estándar absoluto.

Ya hemos brevemente señalado que el Señor Jesucristo cumple con la ley moral, la judicial y la ceremonial, pero no sólo en el hacer, sino que Él cumple la ley de Dios por ser como él fue (Hebreos 7:26). Veamos con un poco más de detalle: En primer lugar, Jesús cumple toda la ley moral viviendo una vida perfecta (Isaías 53:9, Juan 1:14, 8:46, Hechos 10:38). Esta ley moral aun está en pie y perdurará por siempre, pero nuestro Señor la cumplió a cabalidad en beneficio de todos los creyentes (Romanos 5:1, 9). En segundo lugar, Jesús cumple toda la ley judicial de la siguiente manera: Dios se esmeró y dio su ley a Israel como nación, aparte del resto (Levítico 26:46, Salmo 147:19). Esa ley le era exigible al Hijo de Dios como hombre por ser del pueblo de Israel. Cuando Israel crucifica a Jesús, cesa abruptamente el trato especial de Dios con esta nación. Ya no hay más pueblo terrenal para Dios. En tanto ellos rechazan al Mesías rechazan la ley misma de Dios y esa la ley judicial se extingue por siempre (Mateo 21:43). Dios no trata ya más con esta nación, sino que Jesús ahora edifica su iglesia (Mateo 16:18). Tercero, Jesús cumple toda la ley ceremonial muriendo en la cruz. Sacerdote y ofrenda, el cordero de Dios, Así todo es sistema ceremonial termina, el velo se rasga y la entrada está abierta, amplia y amistosa hacia la presencia de Dios. Lo que la ley no pudo hacer, Cristo lo pudo. Ahora todo es diferente en Cristo, ya no se necesitan figuras, la muerte de Cristo da entrada a un nuevo orden, un nuevo día (Hebreos 7:18-8:8, 9:10-10:19).

Jesús supera todas las figuras de la ley del antiguo testamento. Pensemos en el tabernáculo, tenía una puerta: el dice “yo soy la puerta”), estaba el pan sin levadura: él vive una vida sin mancha, estaba la fiesta de la expiación: Él es el cordero de la pascua, está la sangre de los animales: su sangre habla mejor que la de Abel, está Aarón el sumo sacerdote: él es sumo sacerdote para siempre, de un orden superior. ¿De qué manera pudiera un ser humano, entonces, intentar hacer algo para agradar a Dios? ¿Acaso no nos damos cuenta que el Señor Jesucristo era el único capaz de cumplir las demandas del Dios santo y de morir por nosotros en la cruz, el único e incomparable mediador entre Dios y los hombres? Pablo lo resume en Romanos 8:4: “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”, es decir, si andamos conforme al Espíritu, cumplimos la ley. Deje el lector sus ideas personales de querer agradar a Dios por sus propios medios y confíe en el que vino a dar su vida en rescate por muchos, el Señor Jesucristo (Marcos 10:45) rc

Lectura Diaria:
1 Samuel 15:1-35 [leer]
/Isaías 54:1-17 [leer]
/Romanos 1:18-32 [leer]