Una estudiante de la China estuvo presente en una predicación del evangelio en Canadá. Al final comentó a un anciano de la iglesia que había entendido porque Cristo había venido al mundo. Dijo: vino a morir. Vino a darse a sí mismo como un sacrificio.

 

 

“Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” Gálatas 1:3-4

Apenas comenzó su carta a los cristianos en Galacia cuando Pablo el apóstol hizo una referencia al Señor Jesucristo. No puede haber una entrega más grande que ésta; nuestro Señor Jesucristo “se dio a sí mismo por nuestros pecados”. En la celebración de los cumpleaños o aniversarios, compramos regalos que pueden costar caros, pero después de todo es un objeto que pasa de mano a mano y el año siguiente apenas se acuerda que es lo que fue. El evangelio promete vida eterna, el perdón, una viva esperanza de estar en el cielo, en fin, una serie de regalos que de otra manera no hay posibilidad de obtener. Y jamás se desvalorizan. En el texto de cabecera se destaca que el Hijo de Dios se dio a sí mismo. Aquella entrega significó ser nuestro sustituto en la cruz sufriendo por nosotros. ¿Ha expresado gracias a Dios por eso?

Seis veces leemos en la Biblia acerca de Jesús quien se dio a sí mismo. El texto en Gálatas es la primera referencia. Lo hizo para librarnos de una vida inútil en este mundo malo. Lo hizo para conseguir una vida nueva para nosotros, una vida que glorifica a Dios. La vida nueva satisface al que la tiene, y resulta en bendición para con otros. Frente a todo eso, Pablo menciona cómo debemos responder; “a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” v.5. La segunda ocurrencia de la expresión puede ser adoptada por cada hijo de Dios en forma personal, “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20. Nos hace ver la intensidad del amor de Cristo por cada uno individualmente. ¿Ha expresado su gratitud a Él por ese amor?

En la tercera mención en Efesios 5:2, habla del supremo sacrificio hecho por Cristo, pues “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. Tal sacrificio puede ser apreciado por cada uno individualmente, y también colectivamente ya que “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:25. Lo hizo para que en el futuro Cristo podría “presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa” Efesios 5:27.  Su sacrificio fue suficiente para redimir a todos, porque “se dio a sí mismo en rescate por todos” 1Timoteo 2:6. Así nos salva de la pena del pecado, y también del poder del pecado. “Se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” Tito 2:14. ¡Aleluya, es un Salvador maravilloso! –daj

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 13:1-32 [leer]
/Jeremías 23 [leer]
/Colosenses 1:21-2:7 [leer]