Muchos tienen recuerdos preciosos de pasar su niñez y adolescencia asistiendo a una Escuela Dominical para aprender de la Biblia. Resulta interesante saber que en sus orígenes se enseñaba más que la Biblia.

“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” 2 Timoteo 3:15

Timoteo Larsen, respetado profesor del Colegio Wheaton en Chicago que estudia Historia Cristiana escribió sobre sus descubrimientos acerca de cómo comenzaron las Escuelas Dominicales. En un principio eran escuelas donde los niños pobres podían aprender a leer. Por mucho tiempo era la única forma en que los hijos de las familias de la clase obrera pudieran recibir educación. Comenzaron en Gran Bretaña alrededor del año 1780. La Revolución Industrial tuvo el efecto de emplear a los niños en las fábricas toda la semana. Ciertos cristianos filántropos deseaban sacar a estos niños de su condición de analfabetos. Por eso, se preocuparon de ellos. Hasta comienzos del siglo 19, las horas de trabajo eran largas. En 1802 salió legislación que limitó las horas por día que pudiera trabajar un niño; ¡doce horas! No fue hasta 1844 que el límite fue bajado otra vez. Tuvieron que trabajar todo el día sábado, dejando solamente el domingo libre para que los niños pudieran educarse.

Roberto Raikes fue un evangelista anglicano que promovió esta forma de instrucción hasta su muerte en 1811. Luego, la práctica de enseñar a los niños el día domingo fue adoptada por otros. Muchas iglesias y organizaciones captaron la idea y alrededor de 1850 las Escuelas Dominicales eran muy populares. Aún los padres que no asistían a los servicios religiosos insistían que sus hijos asistieran para ser enseñados. Se sentían muy agradecidos por lo aprendido, tanto en el leer como en el escribir, y todo basado en la Biblia. Las fiestas, los paseos y los eventos especiales en la Escuela Dominical eran más importantes que los feriados tradicionales.

La enseñanza de la Biblia fue crucial esta fue usada como el libro con que los niños aprendían a leer. Aprendían a escribir copiando pasajes de las Escrituras. Seguían un plan de estudio basado en valores espirituales. Había tiempo para la oración y cantar coros. Muchos niños se convirtieron y después servían de profesores de otras Escuelas Dominicales. Algunos historiadores políticos que no tienen simpatía para con el evangelio por lo menos admiten que en el siglo 19, las Escuelas Dominicales contribuyeron al bienestar de la población obrera. Tanto en Gran Bretaña como en América, se estableció la educación provista por el Estado en forma obligada. Después de esto, leer y escribir era aprendido durante la semana y el domingo la enseñanza se concentró en la Biblia. Hoy día, tener clases para niños es universal.

Desafortunadamente los padres ahora son muy permisivos y no consideran importante que sus hijos reciban enseñanza bíblica. Pablo el apóstol reconoció que Timoteo recibió buena enseñanza de su madre y abuela cuando era niño y cuando ya fue adulto, todo aquello fue de gran valor. El que escribe fue convertido a los nueve años de edad. Por eso, estamos comprometidos en dar a conocer la verdad de la salvación, desde la juventud. La salvación de un niño temprano en la vida le protege de pasar a la adolescencia y a la adultez descarriado en un mundo pecaminoso. Pablo se refiere a Timoteo como un buen ejemplo de cristiano habiendo aprendido la verdad temprano en su vida. — daj

Lectura Diaria:
Levitico 4:1-26 [leer]
/Salmos 103:1-22 [leer]
/Hechos 26:19-32 [leer]