¿Está usted de cuerdo con el pensamiento de que antes había reglas morales más claras y estrictas? Miremos acerca de esto en el cuarto mandamiento.

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo” Exodo 20:8

Es probablemente cierto que hace pocos años existía u:a claridad moral mayor a la que existe hoy. Se sabía que era bueno o correcto obedecer a los padres, o en la mesa cuando los adultos hablaban los niños callaban, reglas domésticas en general. De la misma manera, pienso que antes existía en los creyentes un sentido del “debe ser”, y esto es muy relevante cuando pensamos en el día del Señor. ¿Existe en los creyentes un sentido de cosas que no pueden hacerse un domingo? ¿Porqué no? ¿Porqué Sí? Para contestar esta pregunta, debemos retroceder en la historia y decir que es en la dispensación de la Ley que Dios instruyó con relación a un día de la semana en el cual el pueblo de Israel debía descansar de todo trabajo, y ese día –para Israel– era el Sábado. Mas, ¿qué enseñanza nos provee este mandamiento a nosotros, que vivimos en la dispensación de la iglesia? Dicho de otro modo, ¿cómo debemos entender el 4to mandamiento en nuestros días?

En el AT hay mucha enseñanza acerca del propósito del Sábado. Había un sentido claro y su indicación era parte inherente a la nación, y este día tenía su lugar en la vida del pueblo de Israel. Para el israelita este día representaba el hecho de que el santo Dios Jehová tenía derechos acerca de la totalidad de la vida de su pueblo, incluso de su agenda. El respetar el sábado identificaba a Israel en el estatus de “Pueblo de Dios”.

Fijémonos que en el mandamiento hay una referencia explícita a Génesis 2:1-3, la creación. De este texto entendemos que la creación misma ofrece un patrón, pero ¿es acaso un patrón de ley moral para toda la humanidad? Obviamente no, pues no fue así para los justos que vivieron antes del pueblo hebreo. Enoc, Noé, Abraham, etc., no guardaban el Sábado. No fue universal, fue sólo para el pueblo de Israel en su tiempo. Ese día no caía maná, por lo tanto era un día para confiar en la provisión de Dios, estando ocupados en Él. Un día en que se recuerda su poder desplegado en la creación, y también su provisión a su pueblo que descansa en él ocupándose un día completo en Su persona. Además, era un día de misericordia: Dios manifestaba su misericordia a los suyos sustentándoles gratuitamente en este día, y había que ser también misericordioso en este daí, como el mismo Señor Jesús lo enseñó (Mateo 12:11). Ese era el día de reposo para Israel. El Sábado de Israel apuntaba atrás hacia al “sábado de Dios” durante la creación, y hacia delante hacia el cumplimiento de un descanso más grande. Era una señal distintiva de ser pueblo de Dios, así como la circuncisión era la señal del pacto.

Dejemos por un momento a Israel y concentrémonos en nosotros. Para el creyente actual, existe otro día en la semana en el cual ocuparse mayormente en Dios, y que corresponde al día en el cual se Señor resucitó de los muertos. No es el día sábado, pero se mantienen los mismos principios del anterior: un día de misericordia, donde recordamos el costo de nuestra salvación, un día en el cual el poder de Dios se manifestó grandemente, un día para estar ocupados en sus cosas. Así las cosas, relación a la forma de actuar del hombre en el siglo 21, cabe la pregunta… ¿existe en los creyentes un sentido de cosas que no pueden hacerse un domingo? ¿Porqué no? ¿Porqué Sí? —rc

(continúa)

 

Lectura Diaria:
2 Crónicas 36 [leer]
/Daniel 3 [leer]
/2 Juan [leer]