“Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.” “Condujiste a tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y de Aarón” Salmo 77:11-20

Al contemplar las actividades de David como pastor, percibimos algo del corazón pastoral, y nos lleva a considerar el corazón aun más grande de Dios hacia su rebaño. Igualmente refleja el corazón del Señor Jesucristo hacia las ovejas suyas. ¿Por cuál medio llegamos nosotros a experimentar este amor, preocupación y cuidado hacia nosotros que somos el pueblo del Señor? Asaf hablaba del largo y cansador viaje de los israelitas por el desierto durante cuarenta años y al hacer memoria de las maravillas antiguas, refiere que fueron conducidos como ovejas.

Era Dios quien los conducía pero lo hacia “por mano de Moisés y Aarón” (v.20). Estos dos en algunas ocasiones fallaron y a veces erraron mucho, pero Jehová que los eligió y los comisionó, no falló nunca. Así los israelitas fueron conducidos por el desierto con seguridad y con éxito, porque al fin llegaron a la Tierra Prometida.

Algo similar ocurre en la vida del creyente de hoy. El cuidado personal del Señor Jesús no cambia y jamás variará. El ha encargado el cuidado de la grey a personas puestas por orden divino en esta comisión: “Mirad por … por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos” (Hechos 20:28). A veces ellos también fallan, como dice el apóstol Santiago: “todos ofendemos muchas veces” (Santiago 3:2). De todos modos, el servicio para Dios tiene que ser llevado adelante en dependencia del Espíritu Santo que lo comisionó, para que los propósitos de Dios sean cumplidos. El resultado que Dios busca es la bendición de su pueblo y que “en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 4:11) –Precious Seed/tr

Lectura Diaria:
Números 18 [leer]
/Proverbios 15 [leer]
/2 Pedro 2 [leer]