La historia bíblica de David y Goliat es más que un relato de un joven pastor que deja su trabajo en el campo para llevar un regalo de su padre a sus hermanos mayores que estaban en el campo de batalla. Nos hace pensar en otra batalla y la victoria de Aquel que salió Vencedor.

 

Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él (Jesús) también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” Hebreos 2:14.

 

Era tiempo de guerra entre los israelitas y los filisteos y cuando llegó David, escuchó el desafío del gigante Goliat cuando dijo: “dadme un hombre que pelee conmigo” (1 Samuel 17:10). Por cuarenta días, mañana y tarde, se había escuchado el grito del gigante y ningún israelita se había atrevido a responder. Ni aún Saúl el rey se había ofrecido. Saúl en estatura sobrepasaba a sus propios soldados de los hombros arriba. David cumplió su misión de entregar los quesos a sus hermanos y saber de su estado para poder informar a su padre. Antes de volver a casa, David se ofreció para pelear contra el gigante. Su hermano Eliab se encendió en ira contra David y se burló de él (v.28). Pero David insistió y bajó al valle para pelear sin ninguna protección como la que tenía puesta el gigante. Con su fe firme en el poder de Jehová y con su honda pastoril como su única arma, con certera puntería David lanzó la piedra que dio en la frente del gigante quien cayó muerto.

 

La alegría estalló entre el ejército de Israel. David les había hecho vencedores cuando antes se sentían derrotados. La clave fue la intervención de un hombre enviado por el padre y a pesar de ser malentendido y maltratado por los suyos, hizo posible la victoria al conquistar el gigante enemigo.

 

La historia es una figura de otra batalla en que entró el Hijo de David, Jesucristo. Al igual que David, Jesús entró y salió victorioso. Por medio de su muerte en la cruz, su sepultura y su resurrección, Jesús venció al enemigo Satanás. Ahora cual victorioso, libra del temor a la muerte a los que creemos en Él. Somos librados del imperio de la muerte y recibimos vida para entrar al cielo. Hay muchas razones por ver a David como una figura de Cristo cuando venció a Satanás. 1. Jesús es conocido como el Hijo de David, Mateo 9:27; 21:9. 2. Ha de ocupar el Trono de David, Lucas 1:32 y 3. Es del Linaje de David, Juan 7:42; Romanos 1:3. 4. Aún en el Apocalipsis se refiere a Jesús como la raíz de David, Apocalipsis 5:.5; 22:16. 5. El texto de cabecera indica que Cristo entró en el mundo para “destruir” (vencer) al diablo que tenía el imperio de la muerte. Hizo posible que fuéramos librados del temor a la muerte y que pudiéramos participar y disfrutar de la victoria ganada por Él. Hoy día, alabemos al Señor Jesús cual Vencedor por lo que hizo por amor a nosotros. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 19 [leer]
/Jeremías 31 [leer]
/Hebreos 2 [leer]