David el rey ejerció misericordia en varias oportunidades. Hay una serie de tres que se relatan que tienen lecciones que enseñarnos.

“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” “Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo” 2 Samuel 9:1; 10:2.

Tres incidentes relatados en el segundo libro de Samuel revelan que David el rey tuvo un corazón lleno de misericordia. En el capítulo 9, David mostró misericordia a Mefiboset, un israelita. En el capítulo 10, su misericordia fue extendida a un pueblo extranjero que durante muchos años era causa de conflictos. El tercer caso ocurrió cuando ciertos mensajeros volvieron avergonzados de una misión. David trató personalmente con Mefiboset cuando éste llegó a su presencia. En el segundo caso, los embajadores enviados de parte de David llevaron las condolencias al rey Hanún por la muerte de su padre. Hanún no supo aquilatar el gesto bondadoso de David. Influenciado por sus consejeros, Hanún devolvió a los siervos de David en una condición vergonzosa.  David supo que venían avergonzados y con gran sensibilidad hizo provisión para proteger su integridad ante el pueblo. Tres casos de misericordia que tienen mucho que enseñarnos.

La misericordia es un acto con el cual el necesitado es socorrido. La misericordia provee cuando el afectado no tiene posibilidad de obtener lo que necesita por sus propios medios. Mostrar misericordia es un noble gesto. Cuando David expresó su deseo de “hacer misericordia” por amor de Jonatán, no sabía de cuánto tendría que desprenderse para favorecer a quienquiera que fuera. ¿Sería sorpresa para David recibir a un minusválido lisiado de ambos pies? La condición del hombre no desvió a David de su intención y la serie de provisiones que ordenó, incluyendo un puesto para comer en la mesa del rey, es un ejemplo de generosa misericordia.

El mismo deseo motivó a David a mandar palabras consoladoras al rey Hanún por la muerte de su padre. David se acordó de la bondad de Nahas, posiblemente cuando Saúl le perseguía y quiso retribuirla. La reacción fue muy distinta al caso de Mefiboset. Mefiboset honró a David cuando creyó a los mensajeros enviados por éste. Por otro lado los consejeros de Hanún sugirieron motivos incorrectos en el acto de David. Juzgaron a David como mal intencionado y avergonzaron a los embajadores enviados. En vez de recibir con agrado la bondad de David, “tomó los siervos de David, les rapó la mitad de la barba, les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y los despidió” 1 Samuel 10:4. ¡Qué manera de causar vergüenza a otro ser humano! Cuando David lo supo que sus siervos venían de vuelta, mandó a decirles que se quedaran en Jericó “hasta que os vuelva a nacer la barba, y entonces volved” v.5. La misericordia PROVEYÓ en el caso de Mefiboset y PROTEGIÓ en el caso de los mensajeros maltratados. Nosotros hemos conocido la misericordia también, pues “cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” Tito 3:4-7. ¿Nos identificamos con Mefiboset y los mensajeros? Supongo que nadie sería igual a Hanún. –daj

Lectura Diaria:
1 Reyes 18 [leer]
/Jeremías 30 [leer]
/Hebreos 1 [leer]