Hay muchas referencias en el Antiguo Testamento acerca del Rey David, el hijo de Isaí. Recibió de parte de Dios maravillosas promesas acerca de su reino como por ejemplo, “será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” 2 Samuel 7:16. David no vivió para ver eso pero la promesa será llevada a cabo en Jesús, el Hijo de David.

 

“Tu reino es reino de todos los siglos, Y tu señorío en todas las generaciones.” Salmo 145:13

 

En los cuatro evangelios hay abundantes referencias al Señor Jesús como el hijo de David. Había ciertas promesas hechas acerca de David y su reino, pero por su envergadura, jamás podrían cumplirse en el hijo de Isaí. Son promesas que sólo en el Cristo se podrán cumplir. Comienza el Nuevo Testamento con una referencia a David. “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” Mateo 1:1. En una oportunidad cuando el Señor conversaba con la gente, hubo una división entre ellos por la identidad verdadera de Jesús. Algunos le llamaban “profeta,” otros decían, “este es el Cristo, pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?” Juan 7:42. La gente sabía que el futuro Rey de Israel, el mismo Mesías tenía que nacer en Belén. Sabían que David, hijo de Isaí, nació allí, pero parece que la mayoría no se daba cuenta de que en el mismo lugar había nacido Jesús de Nazaret. La gente pensaba equivocadamente que Jesús había venido de Galilea, una provincia en el norte. No sospechaban que El hubiese nacido en Belén de la virgen María. De todos modos tendría que venir el Mesías como descendiente de David, para llevar a cabo todo lo concerniente al reino.

 

Todo comenzó cuando…

Samuel el profeta fue llamado, / A su cuerno con aceite llenar,

Para ungir a tiempo futuro, / A un rey, sobre Israel a reinar.

 

Llegó a Belén, ciudad campesina, / En la casa de Isaí entró,

Y entre los hijos de éste, / A David, joven pastor escogió.

 

David tuvo que esperar unos años, / Pues estaba en el poder, rey Saúl,

Cuya historia triste se cuenta, / Que fue un hombre malo y cruel.

 

Saúl era un rey voluntarioso, / Del cuál Dios se desagradó,

Y permitió su triste deceso, / Cuando junto a sus soldados batalló.

 

Según las promesas antes hechas, / David fue proclamado rey,

Y las mismas promesas siguen vigentes, / Para Cristo Jesús, nuestro Rey.

 

El estudio de la vida de David es provechoso. No solamente se aprecian las virtudes de aquél, sino también nos lleva a valorar al “hijo de David”, al Señor Jesús. Se lee acerca “del evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne” Romanos 1:1-3. Jesús vino para reclamar el trono de David y fue rechazado la primera vez. Vendrá en un día futuro, y estaremos gozosos los cristianos de acompañarle en su reino. ¿Cómo le afecta a Ud., mi amigo, todas estas gloriosas promesas? David el músico compuso el Salmo 145 y refleja lo que desea hacer todo cristiano. “Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Y su grandeza es inescrutable” vv.1-3. Este salmo incomparable, lleno de alabanza, fue compuesto como una acróstica en hebreo.

 

Lectura Diaria:
Éxodo 30:11-38 [leer]
/Salmos 78:32-72 [leer]
/Hechos 18:1-23 [leer]