“Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra” Isaías 66:5

Con la entrega de la ley, que en sí es una revelación directa de parte de Dios, a Israel se le recuerda no sólo lo que ella contiene, los preceptos y mandamientos de Dios, sino el contexto en el cual esta ley fue entregada. Es un contexto dramático, un  escenario sobrecogedor:

“Y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad;  y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.  Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra” – Deuteronomio 4:11-13

Este es un Dios que se ve sino uno que es oído. El contraste con los ídolos es brutal. Los ídolos son vistos pero no se escuchan, no hablan. El único Dios verdadero habla y es escuchado, desde el fuego, pero no se ve. Oír la voz de Dios no es algo que Israel mereciera, ni tampoco nosotros. Es una manifestación de misericordia y condescendencia. Moisés les está intentando mostrar que lo que ellos han presenciado y lo que han oído es algo que no debió ocurrir de esa manera. Ningún hombre pecador pudiera jamás haber oído la voz del creador y vivir para contarlo.

Es demasiado grande, demasiado aterrador, demasiado sublime para la mente torcida y maleada del hombre natural en sus pecados, es demasiada gracia, y sin embargo ellos vivieron. Esta es la reacción propia de uno que se sabe indigno de estar delante de Dios. Le sucedió a Adán cuando desobedeció a Dios y escuchó su voz “que se paseaba en el huerto, al aire del día”. Este es el primer hombre que oyó la voz de Dios, y sabe que debe responder al llamado. Lo hace con sinceridad: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” (Génesis 3:10). Es que delante del Dios no se puede sino ser sincero y asumir la indignidad propia.

Y nosotros, ¿cómo respondemos a la voz de Dios? ¿con temor?, ¿con sinceridad?, ¿con sobrecogimiento? La respuesta nuestra parte porque tengamos un concepto apropiado acerca de quién es Dios y qué demanda de cada una de sus criaturas, a saber, obediencia y sumisión total. Que seamos iluminados para acercarnos y escuchar la voz de Dios con el mismo temor de aquellos que la oyeron por primera vez, mara ser bendecidos. rc

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 13 [leer]
/Sofonías 1 [leer]
/Gálatas 1 [leer]