“No te impacientes” Salmo 37:1

Una familia de cuatro personas abandona impaciente la tierra de Israel en busca de alimento, pues este escaseaba en Israel. Más que abandonar un lugar, abandonan la tierra donde la presencia de Jehová ha sido prometida y donde era posible ser dirigidos por jueces que en nombre de Dios dirigían al pueblo. Elimelec, cuyo nombre significa “mi Dios es rey”, vuelve la espalda al pueblo de Dios por la necesidad de alimentar su familia. Sin considerar en primer lugar lo espiritual, se marcha a una tierra con costumbres paganas y dioses falsos y se asientan allí.

La vida se torna más difícil para esta familia pues Elimelec fallece en Moab –al parecer a poco de haber llegado– dejando su mujer viuda y sus dos hijos. Estos, en abierta desobediencia a la ley mosaica toman para sí esposas del pueblo pagano (ver Deuteronomio 7:3; 23:3; Esdras 9:2; Nehemías 13:23).

Probablemente, los hijos de Elimelec y Noemí no fueron advertidos de este mandato por sus padres, y si se casaron después de la muerte de Elimelec, entonces fue Noemí quien debe haber dado el visto bueno a estas uniones. Es que las decisiones tomadas años antes por los padres al dejar el pueblo de Dios repercuten ahora en la vida espiritual de los hijos, años después. De la misma manera ocurre en día de hoy. Resulta penoso constatar que tanto Elimelec como Noemí, ambos conocedores del Dios verdadero, llegaron tan lejos en su apartamiento de Dios y de su pueblo.

Es necesario destacar en este punto, que la razón por la cual Dios prohibió a Israel emparentarse con los pueblos de Canaán era teológica o espiritual. Dios lo prohíbe diciendo a Israel que será una mala unión “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos” (Deuteronomio 7:4).  Es que debemos aprender que el pueblo de Dios no se define en términos raciales, sino espirituales y, tanto entonces como ahora, Dios quería y quiere preservar la vida espiritual de los suyos.

En nuestro relato, vemos que la aparente estabilidad que adquiere Noemí y sus hijos después de la muerte de Elimelec se rompe después de diez años: “Y murieron también los dos… quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido” (Rut 1:5).

Muy poco sabemos de su vida como suegra en Moab, pero tenemos algunas pistas que veremos más adelante. De cualquier manera, la situación se torna desesperada y las decisiones tomadas años antes pesan ahora. ¿Se lamentaría Noemí de haber abandonado Belén? ¿Se lamenta el lector de decisiones tomadas hace tiempo y que están repercutiendo hoy en sí mismo y su familia? Cuidemos los motivos de nuestras decisiones. No nos alejemos del pueblo de Dios, busquemos su rostro y dirección. Rc

(continúa)

Lectura Diaria:
Génesis 3:1-24 [leer]
/Job 4:1-5:27 [leer]
/Mateo 3:1-17 [leer]