Hallar algo perdido sin saber en el instante quién es su dueño siempre presenta un desafío moral. ¿Lo guardo o busco el dueño dejando constancia con las autoridades policiales? La Biblia dice muchas cosas tocantes a la vida. Ella instruye lo que debe hacerse al encontrar un objeto perdido por su dueño.

“Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano”. Deuteronomio 22:1. Lea los versos 1-4.

¿Ha escuchado esta frase? “Estamos en la era de la Gracia. No estamos bajo la Ley.” Es cierto que cuando se trata de obtener la salvación de nuestra alma, tiene que ser de pura gracia. Pero cuando se trata de conocer lo que Dios ha dictado como normas morales para la conducción de nuestra vida, éstas se hallan en la ley de Jehová. Las tablas de los Diez Mandamientos que Moisés entregó al pueblo en su día continúan vigentes en el día de hoy. El único mandamiento que no corresponde es la necesidad de observar el descanso del día sábado, pues la figura del día de reposo apuntaba al “reposo”, al señor Jesucristo (Mateo 11:28). De hecho, el Señor reiteró los nueve mandamientos restantes como vigentes para sus seguidores hoy en día. Los judíos dicen que hay 613 “mitzvot” (leyes) en el Pentateuco (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento). Podemos distinguir entre las leyes que tocan las ceremonias, las ofrendas, las fiestas judías, y las leyes que tocan la parte moral. Estas últimas son las que reflejan la expectativa que tiene Dios de la raza humana. Por ende, Deuteronomio 22:1-4 tiene algo que enseñarnos si de repente hallamos algo extraviado o perdido. Nos indica que Dios espera que devolvamos los objetos hallados a su dueño legítimo.

Si bien es cierto que la “Ley de la Devolución” mencionada en el verso tiene que ver con el caso de animales como objetos extraviados, la ley establece el principio que afecta a todo objeto que no esté en poder de su dueño. ¿Qué pasa si yo hallo un paquete que contiene billetes? Por supuesto, debo esforzarme para buscar a su dueño. Un joven chileno halló un paquete de dinero en la plaza de una ciudad sureña en el año 2003. Buscó al dueño para devolvérselo. Su gesto concitó la atención de la prensa y al final fue recibido por el presidente de la nación quien destacó lo ejemplar del estudiante.

No solamente en la ley de Moisés se dicta lo que se debe hacer, sino también la enseñanza que hallamos en el Nuevo Testamento. Requiere honradez en todo. Un intérprete judío dice que la ley significa que uno no debe “esconderse del objeto pedido”. Con esto significa que no hay que fingir desconocimiento. Más bien, hay que actuar. En ciertas sociedades donde la Palabra de Dios ha prevalecido, publican en un letrero lo hallado. Uno decía “bolsa hallada en Calle Principal. Llamar al fono 555-9999”. Claro, sería necesario verificar que el reclamante probara que fuera el dueño legítimo. La ley es clara; no hay que retener lo ajeno, sino hay que buscar al dueño para que sea devuelto. –daj

Lectura Diaria:
Levitico 9:1-24 [leer]
/Salmos 109:1-110:7 [leer]
/Marcos 1:21-45 [leer]