¿Ha experimentado el gran alivio cuando una deuda queda en cero? Hay un gran sentir de desahogo que uno puede mirar hacia el futuro sin preocupación. El pecado nuestro es como una deuda. Cristo Jesús vino al mundo y por amor pagó la deuda nuestra. Resta que por fe le aceptemos y agradezcamos a Dios por ello.

 

“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmo 86:5.

 

Un tema importante en la Biblia es el tema del perdón. Me encanta reflexionar sobre cuán bueno y perdonador es nuestro Dios. Si no fuera por esta característica divina, la vida nuestra sería una existencia inaguantable. Sería vivir en la oscuridad sin vislumbrar ninguna puntita de luz. Sin embargo, desde que Adán y Eva pecaron en el huerto de Edén, Dios se ha mostrado dispuesto a perdonar. Sin embargo, el perdón no se otorga porque “sí” y nada más. Antes bien, cuando existe un pecado cometido, es visto como una deuda. Una deuda no se borra a menos que haya pago total para dejarla saldada. En el caso de Adán y Eva, un animal tuvo que pagar con su vida para que los dos tuviesen su desnudez cubierta. Cuando Jesús enseñó a los discípulos como orar, hizo referencia a la necesidad de tener el pecado perdonado y al mismo tiempo saber nosotros perdonar; “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” Mateo 6:12.

 

Recientemente un niño en una clase bíblica escribió que pensaba que no podía ser salvo por que había algo en su vida para lo cual no había perdón. Por medio de la enseñanza recibida, aprendió que Dios llama al pecador a dejar su camino inicuo para volverse a Él, pues Él “tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será AMPLIO EN PERDONAR”  Isaías 55:7. La palabra AMPLIO lleva la idea de abundancia, una amplitud suficiente para cubrir toda la necesidad. Hay ejemplos en la Biblia de personas que recibieron perdón de parte de Dios y otras que supieron perdonar. En el libro de Génesis tenemos el caso de José que perdonó a sus diez hermanos y la abundancia de su perdón se vio en su dilatada forma de proveer para ellos y sus familias. David el rey cometió una grave falta y Dios le perdonó. Sobre su experiencia escribió un salmo: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” Salmo 32:1. En la dedicación del Templo, el rey Salomón expresó su confianza en Dios y su perdón: “Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; ESCUCHA Y PERDONA” 1 Reyes 8:30.

 

Pedro el apóstol preguntó a Jesús “¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Mateo 18:21. Jesús corrigió la idea de su discípulo diciendo “no te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” v.22. En seguido Jesús contó de un rey que “quiso hacer cuentas con sus siervos”. Uno no tenía con que pagar. Pidió paciencia prometiendo pagar todo. “El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda” v.27. ¿Y cómo reaccionó aquel siervo beneficiado con este perdón? Salió y se encontró con alguien que le debía a él. En vez de tratar a su endeudado de la misma manera como él había sido tratado, “le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes” v.28. Jesús se refirió con duros términos a este ingrato y destacó que nuestro Padre celestial espera que sepamos perdonar de todo corazón cada uno a su hermano. Si Dios es bueno y perdonar, espera encontrar la misma actitud en nosotros sus hijos. ¿Tienes algún rencor contra alguien? ¿No debes perdonar como Dios te ha perdonado a ti? –daj

 

Lectura Diaria:
Éxodo 12:21-51 [leer]
/Sálmos 45:1-46:11 [leer]
/Hechos 6:1-15 [leer]