“El Cordero que fue inmolado es digno” Apocalipsis 5:12

Dios es santo, santo en su persona, santo por ser Dios. En la adoración celestial, en la presencia de Dios, este atributo se destaca y proclama continuamente. Ayer mencionamos que también hay otro elemento en la adoración descrita en Apocalipsis y que dice relación con el hecho que Dios, además de santo, también es “digno”. Es  digno de recibir la gloria, honra y poder por la obra gloriosa y extraordinaria de la creación: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11). La creación de todas las cosas es razón para reconocer mérito infinito y reconocimiento universal por parte de Dios de parte de sus criaturas. Esa obra prodigiosa, de la cual nosotros formamos parte, es razón de que el Dios eterno reciba adoración y reconocimiento.

Pero a continuación Juan nos revela otra verdad. El Cordero que está en medio del trono, el Señor Jesucristo mismo, es digno de ejecutar los juicios justos de Dios, ejemplificado en ser digno de tomar el rollo de la mano derecha del que esta sentado en el trono y de desatar sus sellos. Dice el texto: “No se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (ver Apocalipsis 5:1-7). Notemos que nadie en la creación es hallado digno de ello. Sólo el Hijo de Dios, el Cordero, que también es un León.

Podemos preguntar en este punto: ¿Y en virtud de qué obra el Cordero de Dios es digno de tomar el libro y de desatar sus sellos? El es santo por ser quien es, es digno como parte del Dios trino de la adoración por haber creado el universo y sus componentes, pero ¿qué cosa tan notable ha hecho el Cordero para ser digno de tomar el libro, romper sus sellos y llevar a cabo los juicios de Dios?. La respuesta es clara y contundente: “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:9-10).

La muerte vicaria de Cristo en la cruz ha sido tan portentosa y le ha dado tal gloria al Señor Jesucristo, que le ha dado el derecho de tomar el libro y desatar sus sellos. Esa muerte que Él sufrió en la cruz por todo pecador, llevando los pecados terribles de la humanidad completa y sufriendo la ira divina es la que permite nuestra salvación por creer en Él. En vista de eso, toda la creación reconoce al Cordero como digno de “tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (v.12). Termina el párrafo con un reconocimiento profético al Dios trino: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:13-14). Esta descripción está por ocurrir en un futuro no tan lejano. ¿Estará el lector en la compañía de los salvados por la sangre de Cristo o en la de los condenados eternamente? rc

Lectura Diaria:
Jueces 8:1-35 [leer]
/Isaías 29:1-24 [leer]
/1 Corintios 8:1-13 [leer]