Siempre ha habido ley de Dios en la historia humana, ya sea escrita en tablas o escrita en el corazón. También el hombre tuvo conciencia antes y después de esta dispensación. Veamos algo más acerca de esto.

“Aun los gentiles, quienes no cuentan con la ley escrita de Dios, muestran que conocen esa ley cuando, por instinto, la obedecen aunque nunca la hayan oído” Romanos 2:14 (NLT)

Después de la caída del hombre, este se multiplica y comienza el caos. El punto es que la obediencia a los dictados de la conciencia era la responsabilidad esencial o la manera principal en que Dios gobernaba la humanidad en esa época y este período abarca desde Génesis 4:1 al 8:14. También, el hombre debía responder a Dios a través de la dirección de su conciencia y en su respuesta debía traer una ofrenda, un sustituto o sacrificio de sangre aceptable a Dios, como Jehová había enseñado (Génesis 3:21, 4:4). Es que Dios no dejó al hombre a la deriva y, tan pronto este cayó, mostró la forma por medio de la cual les mantuvo la vida, les perdonó su pecado.

Aquí tenemos la transmisión por parte de Adán a sus descendientes del principio de la sustitución por medio de una víctima inocente. El ejemplo de Dios es muy claro: “Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Génesis 3:21).

Pocos respondieron a esta manifestación, entre ellos Abel, Enoc y Noé. También sabemos de quienes no respondieron a la forma que Dios estableció. Evidentemente no se trata sólo de presentar una ofrenda y ya, pues Caín trajo del fruto de su trabajo una ofrenda para Jehová (Génesis 4:3). Pero a Dios le interesaba más conocer la fe del oferente y no exclusivamente la ofrenda en sí. Dios no mira con agrado a Caín primero, y a su ofrenda en segundo lugar (Génesis 4:5), una ofrenda de obras y de esfuerzo humano que no depende de la gracia y provisión de Dios.

Lea el relato de Génesis 4 para constatar que Caín continuó rehusando confesar su pecado y reconocerse pecador delante de Dios pese a la amonestación divina repetida. Aparece el homicidio, la poligamia, el desenfreno, la decadencia moral, la violencia y Dios interviene cuando se llegó a un límite para su paciencia (1 Pedro 3:20). Dios interviene en juicio y hace perecer al mundo de entonces en agua. Al mismo tiempo la gracia de Dios se manifiesta en Noé y el arca, preciosa figura de Cristo quien sufre el juicio de Dios sin perjuicio para quienes se refugian en él, como en el arca de entonces y como en el día de hoy en Jesús. La conciencia del hombre demuestra no ser un buen referente para la conducta ni menos para comprender lo que Dios requiere. Termina este período con el diluvio y el hombre una vez más demuestra su total fracaso frente a las demandas de Dios. –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Éxodo 37:1-29 [leer]
/Salmos 89:19-52 [leer]
/Hechos 22:1-21 [leer]