A esta dispensación el hombre entra en pésimas condiciones. Vemos el pecado en su peor forma. Desde el punto de vista moral, espiritual y social. Somos grandes pecadores, pero tenemos un salvador aun más grande.

“Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” Romanos 5:20

Así, Después que la nación judía crucificó a su propio Mesías, ¿qué hizo Dios? Cuando el pecado se manifestó como algo abominable y vil, cuando los hombres rechazaron recibir al Hijo de Dios y la salvación de Dios, ¿qué hizo Dios? ¿Destruyó al mundo? ¿Condenó a todos? Dios hizo algo aun más sorprendente: la gracia de Dios se manifestó “para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). “Gracia sobre gracia” (Juan 1:17), oleadas tras oleadas de gracia de Dios para buscar a todos los hombres, pues la posibilidad es que todos sean salvos.

El hombre tiene, como en todas las dispensaciones, su responsabilidad frente a este despliegue de Dios, frente a estas “reglas de la casa”.

El inconverso debe “arrepentirse y creer en el evangelio”, “creer en el Señor Jesucristo”, “creer en su nombre” (Juan 1:12, 3:16, 18, 36; Hechos 20:21, 1 Juan 3:23) ¿Ha obedecido usted este mandamiento? ¿Ha recibido el regalo de Dios?

El creyente, el salvado, también tiene una responsabilidad para con este nuevo trato de Dios con el hombre. Debe mostrarse como un trofeo de la gracia de Dios (Efesios 2:7). Como responsabilidad específica, el creyente debe perseverar en la gracia (Hechos 13:43), continuar viviendo por gracia. No solo fue salvo por gracia, sino que debe vivir una vida cristiana por gracia. En segundo lugar, debe dar a conocer el evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24). En tercer lugar, debe crecer en la gracia (2 Pedro 3:18), edificarse con la palabra de su gracia (Hechos 20:32). En cuarto lugar, no debe abusar de la gracia (Romanos 6:1-2).

Mientras una persona más aprecia y comprende la gracia de Dios, más va a querer vivir para complacer a Dios, quien ha sido tan bondadoso. El legalismo es la negación de la gracia de Dios, pero es muy propio del ser humano. El creyente no debe vivir imponiéndose ni imponiendo cargas de “no hacer”, “no usar”, “no comer”, así como tampoco el “debes hacer esto”, “debes ponerte esto”, “debes comer esto”. El justo equilibrio que da la madurez cristiana es el llamado a todo creyente, en el temor de Dios. –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Deuteronomio 10:12-11:32[leer]
/Cantares 1-2:7 [leer]
/Lucas 9:18-36 [leer]