Sentirse amargado no contribuye al crecimiento cristiano. Los desafíos en la vida deben contribuir al fortalecimiento de nuestro carácter como seguidores de Cristo. Lea del dolor y su ganancia
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por ella han sido ejercitados” Hebreos 12:11.

¿Alguna vez te has quejado con el Señor acerca de cosas que están ocurriendo en tu vida? A alguien lo suben de puesto, que es justo lo que tú estabas esperando, y te quejas. Te tuerces el tobillo, lo que significa que terminar de practicar un deporte. Hay más quejas. También te quejas cuando el mecanismo de transmisión de tu auto se echa a perder, o tu aparato tecnológico favorito es robado. La venta de la casa falla, o se termina una relación sentimental. ¿Te encojes de hombros y dices: “Oh bueno, supongo que es la suerte de la lotería?” O, “Supongo que tenía que ser así…” O, “¿Qué tiene de nuevo?” “Nunca nada me resulta, así que lo toleraré aunque sea desagradable.” ¿Qué se puede decir en estos casos?

El que escribió el largo Salmo 119 había pasado por un tiempo difícil. Había sido afligido y humillado en alguna manera. Había sido una etapa difícil de su vida. Pero cuando se encontró a solas con Dios, he aquí lo que escribió: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra… Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos… Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad me afligiste”. Salmo 119:67, 71, 75. “Antes que todo eso sucediera,” dice el Salmista, “yo me estaba alejando del camino”. Me pregunto ¿de qué manera se estaba desviando el salmista? ¿Estaba pasando menos tiempo a solas con Dios? ¿Se volvía muy independiente? ¿Forjaba sus propios planes para el futuro? ¿Se juntaba con alguien que lo arruinaría espiritualmente? ¿Leía cosas que contaminaban su mente? ¿Dejaba de progresar en el camino de la obediencia ignorando la palabra del Señor?

El Salmista rehusó considerar la aflicción como mala suerte o mera coincidencia. Parece que hubiera orado así: “Señor, puedo aguantar las lágrimas y a veces me disgusto por estas cosas que ocurren en mi vida. Tus propósitos son mucho más grandes que los míos y tu sabiduría es siempre la correcta. Durante este tiempo, quiero ser llevado más cerca de ti. Quiero salir de esto como un mejor cristiano, más obediente y de mayor utilidad para ti. No quiero terminar amargado como resultado de todo esto.” Dios permite que pasen ciertas cosas en nuestra vida por varias razones. Ocurren como una disciplina de parte de Dios en nuestra vida. Memorice este verso y piense en su significado: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por ella han sido ejercitados” Hebreos 12:11. El sufrimiento duele. Ninguno de nosotros aplaude con gozo cuando el mundo está colapsando alrededor de nosotros, pero ayuda saber que hay un propósito. Seremos más como Cristo en nuestro carácter si vamos al Señor para que nos forme, nos entrene y nos sostenga en la prueba. Si tratamos de avanzar estoicamente en los tiempos difíciles, mordiéndonos los labios con una firme negativa de darnos por vencidos, va a aumentar la amargura, y no vamos a ser mejores cristianos. Antes bien, debemos orar, “Señor, ayúdame a entender que cuando Tú permites el DOLOR en mi vida es para mí GANANCIA”. –Peter Ramsey/P.Avalos/daj

Lectura Diaria:
Levitico 5:14-6:7 [leer]
/Salmos 105:1-45 [leer]
/Hechos 27:27-44 [leer]