La Biblia habla claramente del paradero de los que creen en Cristo y los que rehúsan creer. El juicio divino contra el pecado significó condenación para el pecador. Pero Dios hizo provisión gratuita para que todo ser humano fuera librado de ella. La Biblia indica donde estarán tanto los que creen como lo que no creen.

 

 

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” Deuteronomio 30:19.

 

Ya que Adán pecó, su descendencia ha participado en la misma consecuencia de la muerte impuesta sobre él. Incontables son los que han visto cumplirse la sentencia de muerte sobre ellos. Se fueron, pero ¿a dónde? Muchas veces el comportamiento de los moribundos demuestra hacia cuál destino van ellos. Algunos mueren pacíficamente, otros, gritan desesperadamente. La enfermera francesa, Marechal de Richelieu, estuvo presente en la muerte de Voltaire, el ateo y escritor de mucha fama. Después, los servicios de esta enfermera fueron requeridos para atender a un inglés que estaba gravemente enfermo. “¿Es cristiano?”, preguntó. Le dijeron que si, pues era un hombre que vivía en el temor de Dios. Le preguntaron por qué hizo la pregunta. Dijo ella, “fui yo la enfermera que atendió a Voltaire en su última enfermedad, y por todas las riquezas de Europa, nunca atenderé a otro ateo moribundo”. La razón es sencilla; los cristianos mueren en paz creyendo en Cristo, y se encuentran inmediatamente después de su muerte en el cielo. Los inconversos van a los tormentos del infierno por causa de su incredulidad.

 

Quizás sea Job el libro más antiguo de la Biblia y en su capítulo 14, verso 10 leemos, “el hombre morirá, y será cortado; Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?” Job quiso conocer acerca del estado del hombre después de la muerte. Al igual que el antiguo patriarca, deseamos saber también. Dios revela este secreto por medio de su Palabra, la Biblia. Dios mismo ha dicho que los que creemos en el Hijo de Dios, desde ya tenemos vida eterna aquí, ahora, y la disfrutaremos por toda la eternidad. De manera que cuando dejemos el mundo, iremos a vivir con Él para siempre. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna: y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5:24.

 

Pablo dice: “Sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una cosa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;… Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” 2 Corintios 5:1-3, 6-8. Hay diferentes creencias acerca del paradero de los muertos. Sin entrar a analizarlas, nos quedamos con las palabras del Señor Jesús: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a LA PERDICIÓN, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a LA VIDA, y pocos son los que la hallan” Mateo 7:13-14. El Señor Jesús prometió venir a buscar a los que creemos en Él para llevarnos a la casa del Padre, es decir, al cielo, Juan 14:2-3. Los creyentes en Cristo van al cielo. ¿Y los que no creen? La Biblia contesta: “y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Apocalipsis 20:15 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36. –DAJ

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 2 [leer]
/Jeremías 35 [leer]
/Hebreos 7 [leer]