Escuchando a predicadores por años, leyendo libros de autores cristianos variados y considerando la experiencia personal, he llegado a la conclusión de que existen tres lecturas bíblicas diarias del creyente. Al menos, debieran existir tres tipos distintivos de lectura bíblica. ¿Logra identificarlas?

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” Salmo 119:105

La primera es una lectura devocional, que es breve por definición. Otra es la lectura de estudio personal de la Palabra de Dios, que todo creyente debiese tener, y la tercera es la lectura bíblica familiar. Que fuera la experiencia de cada uno de nosotros.

Uno, dos o más versículos, hasta un párrafo breve, con el fin de condicionar primeramente la mente para el día en las cosas de Dios, cuando nuestra principal ocupación mental por muchas horas serán las cosas del día a día en este mundo. Esa es la lectura devocional. Hacerlo así es sano, provechoso y saludable en vez de partir llenando la cabeza de información terrenal, más bien refrescarla con información del cielo, que se transforma en palabra vivificante de Dios por medio del Espíritu. Esa es una gran diferencia con escuchar o leer noticias por la mañana como primera cosa del día. Aun un breve versículo meditado y una breve oración por el día nos proyectan hacia la eternidad y nos hacen pensar apropiadamente y proporcionalmente en la importancia relativa de las cosas. La perspectiva se calibra y parte el día de mejor manera.

Luego tenemos el estudio bíblico diario personal, la “meditación en Él” (Salmo 104:34). No es el estudio bíblico en la congregación  de la iglesia sino el personal. Es sencillamente cumplir el mandamiento del Señor Jesucristo: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39). Lamentablemente, muchos creyentes se quedan con la lectura devocional como único encuentro diario con la Palabra de Dios. Es un pequeño snack, necesario pero insuficiente. Puede tranquilizar la conciencia y es mejor que nada, por supuesto. Sin embargo el estudio sistemático y serio de la Palabra de Dios es fundamental para todo creyente, hombre y mujer. Hay algunas biblias de estudio que combinan lectura devocional con estudio bíblico, y pienso que son de gran ayuda, especialmente cuando el tiempo es escaso. Lo que sí está claro es que un creyente no puede descansar en devocionales diarios como su única exposición diaria a la Palabra de Dios. Eso conducirá al creyente a una progresiva malnutrición espiritual, escasez de herramientas para las vicisitudes del día y para compartir con otros. Aun el trato con sus semejantes de reducirá a cosas y temas superficiales. De vez en cuando en una reunión obtendrá un “plato fuerte”, pero no fue estudio propio, sino del hermano que lo preparó.

Preocupémonos del estudio sistemático de la Palabra de Dios. Es necesaria la lectura devocional, también es necesario el estudio bíblico personal. No tiene que ser complejo pero demanda tiempo en quietud y disposición. Procuremos el tiempo y el contexto para encontrarnos con la Palabra de Dios. Sólo así conoceremos al Dios de la Palabra. –rc

Lectura Diaria:
Josué 11-12 [leer]
/Isaías 8:5-9:7 [leer]
/Lucas 24:13-35 [leer]