Lea de la experiencia excepcional de una pareja china que sobrevivió un terremoto.
“El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte” Proverbios 14:27.

Durante la tarde del 12 de Mayo, 2008, un terremoto grado 7.9 en la escala Richter causó daños enormes en la provincia de Suchuan, China. La cuenta de los muertos y desaparecidos osciló entre ochenta a cien mil personas. Quince millones de personas vivían en el área afectada y algunos de los sobrevivientes tendrán que vivir el resto de sus vidas con su cuerpo marcado por las heridas sufridas. Eduardo Wong del New York Times entrevistó a un matrimonio que en medio de la desesperación, atrapados bajo los escombros reavivaron su amor el uno por el otro.

En el momento de la angustia, Wang Zhijun trató de matarse, girando su cuello y presionando su cabeza contra el concreto. Parecía como Job que dijo: “Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación, Y quiso la muerte más que mis huesos” Job 7:15. Cuando llegó la noche, era más difícil respirar. Los dos estaban sepultados bajo los ladrillos y concreto que una vez fuera su casa. Les parecía que la presión sobre sus cuerpos aumentaba mientras esperaban que alguien les descubriera. Sus cuerpos perdían sensibilidad. Sentían el agua que se filtraba de la lluvia que caía, además del frio. “No puedo soportar más,” decía Wang a Li Wanzhi, su esposa. Estaban cara a cara con pocos centímetros de separación, y estaban abrazados. Ella sintió que su marido se rendía. “Si Dios hubiera querido nuestra muerte, ya no estaríamos. Pero estamos con vida. Parece que Dios desea que vivamos”. Su casa era un departamento en un “dormitorio” de seis pisos para obreros. Veintiocho horas después del terremoto, fueron encontrados y sacados con vida.

El reportero Wong opinó que si hubieran estado solos, posiblemente habrían muerto. Pero el amor reavivado durante su entrampamiento les hizo pensar en su hija Xinyi, 14 años de edad. ¿Quién le cuidaría? Se acordaron de su vida antes y pensaban en los cambios que harían si llegaren a salir. Wang pasaba meses fuera de la casa buscando trabajo donde podía, y Li trabajaba en una fábrica química. Unos días después de ser rescatados, yacían en el hospital Shifang con muchos pacientes y pocos doctores. Su hija estaba a su lado. El cuerpo de Wang, 40 años de edad, estaba cubierto de heridas y se dormía a cada rato. Sra. Li, 38 años de edad miraba el cielo del pabellón con lágrimas en sus ojos. Vestida de su camisa de dormir, una frazada cubría el lado donde tuvieron que amputarle un brazo. Había pedido al doctor no sacarlo, pero no fue posible ya que tenía gangrena como consecuencia del encierro. “Mis colegas dicen que somos los afortunados” dijo ella, “pues no sabes tú cuántos murieron”. Sr. Wang opinó, “fue más terrorífico que enfrentar al ‘dios de le muerte’. No se sabe que es lo que quiso decir. Ellos habían vivido en un ambiente ateo, Llama la atención que tuvieron conocimiento de Dios y temían lo que pudiera acontecer después de muertos. ¿Cómo habríamos reaccionado nosotros en tales circunstancias? No sabemos más detalles sobre esta pareja, pero lo positivo es que en las horas de angustia pensaron en Dios. Ojalá que nadie tenga que pasar por una experiencia como Wang y Li para volver su mirada hacia Dios. “El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte” Proverbios 14:27. El Señor Jesús, resucitado y glorificado en el cielo es la fuente de la vida verdadera. No solamente da un nuevo rumbo a la vida aquí en la tierra, sino también abre las puertas del cielo para que sea disfrutada allí. –daj

Lectura Diaria:
Números 34-35:8 [leer]
/Proverbios 30 [leer]
/Lucas 5:1-16 [leer]