“Así conviene que cumplamos toda justicia” Mateo 3:15

La llegada de Jesús al Jordán para ser bautizado por Juan tiene mucho simbolismo y propósito. No es un accidente ni es un hecho secundario. Hemos visto algunas analogía y contrastes con este evento y otro que ocurrió miles de años antes en el mismo lugar, cuando el pueblo de Israel por fin cruza este río y entra en la “tierra prometida” bajo el mando de Josué, lo que nos provee de figuras proféticas que serán completadas en la persona de Cristo en su “paso” por el Jordán, así como otras analogías y contrastes. Continuemos un poco más en esta línea:

Como ya hemos dicho, Josué cruzó el Jordán en un acto que representa el abandono definitivo de la esclavitud por parte del pueblo de Israel. En ese sentido es quien consuma su libertad. El inicio del ministerio público de Jesús nos abre a una realidad nueva, en la cual Jesús y su evangelio reemplazan a Moisés y su ley, y la libertad ahora ya no es por la ley sino por conocer a una persona, que es la verdad (Juan 8:32).

Moisés murió en el desierto y dejó al pueblo en esa realidad, el desierto. La ley denuncia nuestro pecado pero nos deja en medio de nuestra necesidad, no nos puede sacar y nos abandona en medio del terror del fuego, los truenos y las trompetas del Sinaí. Era necesario otro capitán para libertar al pueblo, y así como Josué es el que saca al pueblo de en medio del desierto, también Jesús puede sacar al perdido de su estado de desierto y muerte espiritual por medio del evangelio, algo que la ley nunca pudo ni puede hacer.

Conforme Josué fue hecho capitán sobre Israel para pelear sus batallas, derrotar gigantes y asentarlos en Canaán, Jesús es el “capitán de nuestra salvación” (Hebreos 2:10) que asegura nuestra entrada en los cielos triunfando en la cruz por nosotros. Resumiendo, hasta ahora hemos visto que Jesús viene al Jordán para ser bautizado por Juan para: (1) Cumplir la Escritura en términos proféticos e introducirnos a una nueva realidad ya no profética, sino actual. (2) Para señalar claramente el motivo de su venida, que es la liberación de la esclavitud e insuficiencia de la ley, pero tenemos una tercera razón para el bautismo de Jesús, y es para cumplir toda justicia.

Para comprender esto podríamos preguntarnos ¿Qué necesidad tenía Jesús del bautismo de Juan? Después de todo era el “bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados” (Marcos 1:4) y Jesús no tenía pecados que confesar. Es por esto que “después que fue bautizado, subió luego del agua” (Mateo 3:16). No obstante, si él va a ser contado con los pecadores y va a llevar el pecado de muchos (Isaías 53:12) tiene que identificarse con los pecadores. Es por eso que él desciende al Jordán y cumple con lo que el sustituto perfecto debe cumplir: ser en todo semejante a aquellos quienes ha venido a salvar (Hebreos 2:17), incluso en la culpa y la vergüenza de ser uno más con los pecadores: “deja ahora”, dice a Juan (Mateo 3:15). Le es “justo” sufrir vergüenza por el pecado, le es “justo” hacer un acto de confesión si bien no tiene que confesar él mismo nada, y le es “justo” padecer por ellos. La figura está completa con su bautismo. Él se ha identificado con los pecadores.  Con gratitud agradezcamos al Señor por haberse identificado con nosotros. rc

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 4 [leer]
/Jeremías 37 [leer]
/Hebreos 9:1-14 [leer]