Un coro que goza de popularidad entre los niños reza, “Jonás no hizo caso, A la Palabra de Dios, Por eso, al mar profundo, la gente le tiró; y vino un pez muy grande, y ¡Glup! se lo tragó, porque no hizo caso, a la Palabra de Dios.” Si hoy día al mar profundo se le echara toda la gente que no hace caso a la Palabra de Dios, los mares estarían llenos.

 

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.” Jonás 2:7.

 

Jonás ha sido el tema en muchas clases para niños quizás por la intervención del gran pez y el hecho de que un ser humano pudo sobrevivir la experiencia. Sin embargo, la historia tiene lecciones importantes para los adultos también. Jonás fue escogido y dado el gran privilegio de llevar un mensaje de advertencia a la ciudad de Nínive. Por sus prejuicios nacionales y temor al éxito, partió en una dirección opuesta. ¿Puede ser que alguien temiera el éxito? El caso de Jonás es una gran anomalía pues debía llamar a los habitantes de Nínive al arrepentimiento y Jonás no quería que así sucediera. Optó por desobedecer a Dios y tomó su propio camino.

 

No vale la pena ir en contra de la voluntad de Dios. Quienquiera lo haga va a perder. Dios tiene la última palabra pues es soberano y Jonás tuvo que aprenderlo. Su rebeldía le llevó a tomar un camino de descenso pues cuando “Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis,… descendió a Jope” Jonás 1:3. Una vez a bordo de la nave que iba rumbo a Tarsis, una tempestad hacía que la gente temiera por su vida, pero “Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir” v.5. Todavía Jonás no ha tocado fondo en su descenso huyendo de Dios, porque cuando le echaron al mar, fue tragado por el gran pez preparado por Dios. Ahora Jonás comienza a invocar a Jehová diciendo: “Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí” Jonás 2:3.

 

¿Cuáles habrían sido los pensamientos de Jonás estando en el estomago del pez? El mismo confesó, “cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo” Jonás 2:7. Desde cualquier lugar en que esté el ser humano, Dios le oye, aún del estomago de un pez nadando en el Mar Mediterráneo.

 

¿Hay desobediencia en la vida tuya? ¿Has tomado un camino opuesto al camino de justicia en que Dios quiere que llevas? Tenlo por seguro que Dios espera que te arrepientas y te vuelvas a Él. Arrepentirse o sentirse mal por no haber obedecido es solamente el primer paso. Dios espera escuchar tu voz de confesión. Dios oye la oración del arrepentido y permite al desobediente volver al camino de obediencia. Jonás lo experimentó. Dijo: “yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová” Jonás 2:9. Considere su vida. Haga que sea caracterizada por la obediencia. –daj

 

Lectura Diaria:
Números 26:52-27:23[leer]
/Proverbios 23:12-35 [leer]
/Lucas 1:57-80 [leer]