Un sencillo cordón color rojo colgado en la ventana de una casa en el muro de la ciudad de Jericó tuvo un valor simbólico. Atestiguó a la fe de la mujer dueña de casa y si alguien le hubiera preguntado, les habría explicado de sus esperanzas en cuanto a un evento pronto a acontecer.
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.” Hebreos 11:31.
Los habitantes de la ciudad de Jericó estaban nerviosos. Las noticias ya circulaban entre el pueblo acerca de la llegada de una nación de nómadas que habían venido viajando a través del desierto por cuarenta años. Sabían todos que los israelitas habían salido de Egipto cuando Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de ellos cuando salieron de Egipto. Esto lo dijo Rahab la ramera cuando conversó con los espías. Josué 2:10. Ella había recibido a los dos espías israelitas en su casa. Ellos fueron enviados por Josué para reconocer la tierra. La confesión de ella seguramente sorprendió a los dos, pues dijo: “sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros” v.9. Al volver al campamento otro lado de Jordán, los dos espías informarían del clima de temor existente entre los habitantes de Jericó.
Rahab es identificada como una ramera en el relato bíblico. Sin embargo, podría ser mencionada por otros motivos, pues hizo una confesión escueta: “… Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” v.11. Fue un reconocimiento claro al Dios vivo y verdadero de esta mujer pagana. No solamente confesó con su boca sino comprobó con sus actos que creía en Dios. Demostró su fe por medio de un cordón que ató a la ventana como una marca de su fe. Los espías habían respondido positivamente cuando expresó su deseo de ser librada de la muerte cuando llegasen los israelitas. Ellos pusieron ciertas condiciones y dijeron “he aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre” v.18.
Rahab no esperó que llegasen los Israelitas para poner el cordón. “Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana” v.21. Seguramente los vecinos y quizás algunos conocidos le preguntarían ¿por qué el cordón en la ventana? Rahab daría testimonio de su fe y hablaría de su esperanza en la promesa recibida de parte de los siervos de Jehová. ¿Es posible que invitara a otros a acompañarla cuando llegasen los Israelitas para disfrutar de la “salvación” prometida? En medio de un pueblo pagano e incrédulo, el cordón atado a la ventana marcó a Rahab, mujer convertida de ser ramera en ser mujer redimida. ¿Acaso tus conocidos saben de tu esperanza en Dios por “el cordón del testimonio” puesto a la ventana de tu vida? Hay algunos hermanos que colocan un texto bíblico en la ventana de sus casas y lo cambian semanalmente. El cristiano debe desplegar la evidencia de su fe, comprometiéndose así con el Señor y dando a entender en quién ha creído. ¿Cómo es el testimonio tuyo? — daj
Lectura Diaria: | ||
Éxodo 11:1-12:20 [leer]
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/Sálmos 44:1-26 [leer]
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/Hechos 5:12-42 [leer]
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