“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” Juan 15:8 

Aiden W. Tozer nació en 1897 en una familia de  granjeros de Pennsylvania, Estados Unidos. A los 15 años se radicaron en la ciudad industrial de Akron, Ohio. Tres años más tarde, volviendo de su trabajo en una fábrica de neumáticos, Aiden respondió a la exhortación de un predicador de la calle que invitaba a clamar a Dios para ser salvo. Al llegar a su casa subió al altillo y entregó su vida a Jesucristo. Desde ese momento, comenzó la travesía de un hombre cuya vida y trabajo llevarían a algunos a llamarle “un profeta del siglo veinte”.

En 1919, cinco años después de su conversión, y a pesar de no poseer entrenamiento teológico formal, Tozer aceptó una propuesta para pastorear su primera iglesia. Se embarcó en una fructífera carrera de 44 años, dirigiendo y ministrando a congregaciones cristianas en West Virginia, Chicago, y al final de su vida en Toronto, Canadá. Al observar la vida cristiana contemporánea, consideró que la iglesia estaba en un curso peligroso comprometiéndose con preocupaciones “mundanas” y apostasía.

En 1950 el Wheaton College le otorgó un título de doctorado en letras honorario. Dos años más tarde recibiría otro grado académico del Houghton College de Nueva York.

Tozer fue un hombre profundamente espiritual cuyo ministerio se estableció sobre una sólida base de oración. “De la manera que un hombre ora,” decía, “así es él”. En verdad, es apropiado caracterizar los escritos y mensajes de Tozer como extensiones de su vida de oración. Habitualmente pasaba horas en oración cada día en su oficina, adorando y comunicándose con Dios. Viviendo un estilo de vida simple y austero, él y su esposa Ada nunca tuvieron un automóvil, prefiriendo viajar por autobús y tren. Incluso después de convertirse en un autor cristiano muy conocido, Tozer renunció a gran parte de sus derechos de autor.

Después de una vida fructífera para el Señor, en Mayo de1963 sucumbió a un infarto cardíaco. Había sido autor de decenas de libros y varias colecciones de sus sermones y escritos fueron publicados póstumamente. Tozer es  más conocido por dos libros que son considerados como “clásicos” cristianos: “La búsqueda de Dios” y “El Conocimiento del Santo”. Sus libros invitan al lector a la posibilidad y necesidad de profundizar una relación personal con Dios. Fue enterrado en un cementerio en Akron, con un simple epitafio grabado en su tumba: “A.W. Tozer – Un Hombre de Dios”.

Entre sus frases célebres podemos destacar las siguientes:

“Santos que no son santos; esa es la tragedia del cristianismo”

“Cuando encuentro a alguien que se halla muy cómodo en este mundo y en su sistema, me siento obligado a dudar de si alguna vez ha nacido verdaderamente de nuevo. En verdad, todos los cristianos que conozco que hacen algo para Dios son aquellos que no están acordes a su época, que no están en concordancia con su generación”

“Un cristiano real es un caso raro, sin duda. Él siente amor supremo hacia Aquel a quien nunca ha visto; habla todos los días familiarmente con alguien a quien no puede ver; espera ir al cielo por la virtud de Otro; se vacía para estar lleno; admite que está errado si puede declararse recto; desciende para levantarse; es más fuerte cuando es más débil; más rico cuando es más pobre y más feliz cuando se siente peor. Muere para poder vivir; abandona para tener; regala para guardar; ve lo invisible y oye lo inaudible”.

–rc

Lectura Diaria:
Números 35:9-36:13 [leer]
/Proverbios 31 [leer]
/Lucas 5:17-39 [leer]