“Dios, sé propicio a mí, pecador” Lucas 18:13

Prosiguiendo con el estudio del Cordero de Dios, tenemos que este concepto es la síntesis de dos imágenes o figuras bíblicas. La primera es la representación del siervo de Jehová personificado en el pasaje de Isaías 53. La segunda figura es la Pascua, donde el cordero adquiere una importancia trascendental.

En la declaración de Juan el Bautista de Juan 1:29, este cordero es muy especial, es uno que lleva/quita el pecado del mundo. El tema de “quitar para llevarse” el pecado se lleva a cabo haciendo mucho más que cubriéndolo o ignorándolo. El llevar y quitar el pecado en la Biblia es hecho por derramamiento de sangre, símbolo del “perdón” de Dios hacia la humanidad a través de muerte y la consecuente reconciliación de la humanidad con Dios. La sangre derramada es la sangre del Hijo de Dios que da su vida en la cruz del Calvario en lugar de cada ser humano.

Acá debemos introducir el concepto de la propiciación. Esta es una palabra importante. ¿Qué es la propiciación? Podemos decir que es la acción de apaciguar la ira por medio de proporcionar al demandante una obra de un mérito tan infinitamente reparatoria, tan equivalente o incluso superior al motivo que origina su reclamación, que satisface a este a plenitud y hace que la demanda contra el ofensor original sea abolida. Es un acto que tiene la virtud de hacer favorable al pecador frente a Dios.

Ahora bien, en el evangelio esta acción más que una obra del Hijo de Dios, es la persona misma de Jesucristo.

Tenemos tres versículos muy claros:

“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10).

“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-25).

Cuando leemos que Jesucristo es “la propiciación por nuestros pecados” se nos está diciendo que Él es quien por su persona, sus méritos, su vida perfecta y su muerte sustitutoria apacigua la ira de Dios al satisfacer sus demandas y por lo tanto hace posible que esté disponible para nosotros el perdón libre y completo de nuestros pecados, la salvación y la vida eterna. Piense el lector un momento… ¿Es el Señor Jesucristo su propiciación? rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
1 Reyes 19 [leer]
/Jeremías 31 [leer]
/Hebreos 2 [leer]