Muchos en el mundo hoy dicen que creen en Dios. Esto incluye a los musulmanes, a los judíos y a algunos que reclaman ser cristianos. Pero son monoteístas, es decir, creen en el Dios supremo pero se niegan a aceptar la deidad de Cristo y del Espíritu Santo. El cristiano verdadero es trinitario, es decir, se relaciona con el Trino Dios.

 

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.” Salmo 2:7.

 

Es una verdad fundamental del cristianismo que Dios es Trino, es decir, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo son tres Personas que conforman la Trinidad. Hay algunos que no aceptan que Cristo fuera el Emanuel, es decir, el “Dios con nosotros”. Los verdaderos seguidores de Cristo creemos que el niño nacido de María en Belén fue concebido por el Espíritu Santo, y la criatura que llegó a este mundo en circunstancias tan milagrosas fue en realidad Dios en cuerpo humano. Los milagros que hizo y las enseñanzas que dio despertaron mucho interés en su Persona y en su procedencia. Que Cristo fuera Dios se ve en que se mantuvo santo en medio de un ambiente pecaminoso, pues “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:15.

 

No solamente en el Nuevo Testamento se afirma le deidad del Señor Jesús, sino también en el Antiguo Testamento. Hay una pregunta interesante que hizo Agur (Salomón) en Proverbios 30:4; “¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?” Proverbios 30:4. Se ve por este texto que Salomón vislumbraba que Dios era Trino. Luego en Isaías tenemos dos profecías bien conocidas que tienen relación al Hijo de Dios: “el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” Isaías 7:14. Emanuel significa “con nosotros, Dios”. Y la otra profecía, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” Isaías 9:6.

 

El texto de cabecera es del salmo 2 y que habla del Señor Jesús. Escrito centenares de años antes que Cristo viniera a este mundo, contiene las palabras del Padre dirigidas al Hijo cuando se levantó de los muertos en resurrección. Fue una declaración o reconocimiento hecho por Dios que la obra realizada por Jesús en la cruz fue aceptada. Pablo hizo referencia a este salmo cuando predicó en Antioquía de Pisidia, (Hechos 13:33). Este mismo salmo termina con una exhortación para todos, “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino,… Bienaventurados todos los que en él confían” Salmo 2:12. ¿Ha confiado Ud. en Él? –daj

 

Lectura Diaria:
Josué 8 [leer]
/Isaías 5 [leer]
/Lucas 22:54-23:12 [leer]