¿Te gustan los jardines? Piense en uno de quietud, solaz y descanso junto a Dios

“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” 1 Corintios 1:9

 

Le invito a entrar en un jardín imaginario. El nombre “Quietud Bendita” sobre el dintel indica lo que vamos a encontrar adentro. Cada uno está en libertad de decidir el espacio que ocupa este jardín lleno de flores, arbustos, plantas, pasto verde, o sea, todo lo que hace agradable un rincón apacible en que se puede meditar en la presencia de Dios sin interrupciones. Dejamos el mundo bullicioso atrás con sus múltiples voces reclamando nuestra atención y tiempo. En el jardín de Quietud Bendita, hay bancas donde sentarse. Esculpido en la madera de cada una hay una promesa sacada de la Biblia, la Palabra de Dios. El primer texto que hallamos subraya la razón porque debemos confiar en lo que la Biblia dice: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.” 1Timoteo 1:15. La Palabra de Dios es fiel, porque cumple lo que promete. Y si es digna de ser recibida, es porque su valor corresponde exactamente al poder de Dios y sus amplios recursos ponen por obra todo lo que Él dice.

 

Hay senderos varios en nuestro jardín imaginario, todos con bancas en lugares estratégicos donde los caminantes cansados se pueden sentar y meditar. Y cada banca tiene una promesa diferente. Hay una preciosa promesa que el Señor dejó a los suyos. Asegura que el creyente en Cristo nunca está sin su protección y compañía. Dijo Jesús: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:20. Dependiendo del Señor, seguimos nuestra caminata. Hay postes con letreros que indican que ciertos caminos conducen a experiencias especiales con el Señor cuando ponemos por obra lo que nos invita a hacer. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:28. Meditemos sobre lo que el Señor hizo con los suyos en diferentes circunstancias. Por ejemplo, con los discípulos en el mar de Galilea, o en la casa con María y Marta y Lázaro en Betania. También cuando Jesús dio alivio a la afiebrada suegra de Pedro. La mujer se levantó de la cama para servir. En verdad, Jesús vino a bendecir a los cansados y trabajados.

 

En nuestro jardín imaginario de delicias y de quietud espiritual, hallamos que no todas las promesas se disfrutan en forma pasiva, como cuando uno se sienta y disfruta una brisa refrescante en un día de calor. Algunas requieren participación activa al responder a la invitación del Señor “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.” Mateo 11:29. La promesa viene enseguida, “y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Vv.29-30. En cualquier momento y en todo lugar se puede entrar en este jardín de Quietud Bendita, meditando sobre la Palabra de Dios y en comunión con nuestro Señor, Jesucristo. Es como un bálsamo para el alma. ¿Conoces este jardín?

–daj

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 15 [leer]
/Sofonías 3 [leer]
/Gálatas 3:1-14 [leer]