A todo el mundo le gusta pensar en Dios como tolerante, amoroso o alguien que no se fija en la maldad para castigar. Algunos le han caricaturizado como “un abuelo bonachón”. Por cierto es amor y también es justo. No hace la vista gorda.

“… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Hebreos 9:27.

 

Cuando Dios puso a Adán y Eva en el huerto de Edén, les advirtió que al desobedecer su prohibición de comer del árbol en el medio de jardín, morirían. No hay duda acerca de la veracidad de lo dicho por Dios pues cada uno de nosotros sabemos que nacimos para vivir en el mundo pero por delante nos espera la muerte. La palabra “muerte” significa “separación” y así ocurrió con Adán y Eva y su relación con Dios. Ya no andaban juntos con Él.

 

En el principio, todo andaba bien cuando Adán y Eva se ocupaban de atender su jardín de delicias. A su alrededor, tenían muchas muestras del poder Creador de Dios y podían mirar hacia el cielo cuando querían para disfrutar de la comunión con Dios. Dios mismo los buscaba para comunicarse con ellos en forma diaria. ¡Qué rica experiencia disfrutada por Adán y Eva antes de pecar! Hablar con Dios y tener libre comunión con Él. ¿Hay algo más sublime que eso? No había nube para ocultar el rostro de su Creador. El sol de su amor brillaba con intensidad total, sin ninguna restricción. No había nada en Adán y Eva que estuviera discordante con los atributos santos y justos de Dios. Si se hubieran mantenido en esta condición, habrían continuado disfrutando de la misma comunión para siempre, hasta el día de hoy. Dios es santo y mientras Adán y Eva se sometían a su voluntad, todo anduvo bien. Podían comer de todos los árboles menos el que fue un símbolo de su autoridad. Dios era justo y al serle obediente, nada pasó para interrumpir la rica comunión con su Creador.

 

Pero tan pronto que desobedecieron el mandato que Dios les había entregado, cayó una sombra sobre la escena y ahora el trato con Dios cambió. Él había indicado las consecuencias de la desobediencia, pues había dicho: “El día que comieres de este árbol, ciertamente morirás” Génesis 2:17. Hubo ruptura de comunión y ahora Adán y Eva se hallan condenados, separados de la vida que tenían. Están bajo la condenación de muerte. Esta condenación llega a ser parte de la herencia de todo ser humano. Adán y Eva adquirieron una naturaleza pecaminosa y todos sus descendientes nacerían bajo la misma condenación. La Biblia dice “… el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12. A menos que los pecados sean perdonados, el pecador sufrirá el juicio del lago de fuego. Cristo vino al mundo para salvarnos de este juicio y hacernos aptos para estar en el cielo. –daj

 

Lectura Diaria:
Exodo 23:1-33 [leer]
/Salmos 66:1-67:7 [leer]
/Hechos 13:1-25 [leer]