Dios no quiere que nadie perezca. Su paciencia en esperar a que el pecador se arrepienta sigue hasta el  día de hoy. El lago de fuego fue hecho para el diablo y las huestes que les siguieron. No no hecho para el ser humano pero si una persona insiste en su camino apartado de Dios, así será su paradero final.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36.

 

 La muerte es el resultado funesto del pecado. En un principio Dios juzgó el pecado como inaceptable delante de Él y dictó sentencia de muerte sobre los “padres” de la raza humana cuando le desobedecieron. Al nacer nosotros en el mundo, ya éramos condenados a morir físicamente. Antes que el ser humano vaya al infierno por causa de los pecados, Dios le ofrece perdón y ha hecho todo lo que es necesario para que el mismo pecador se salve y tenga entrada a su presencia en el cielo. Vino el Señor Jesucristo a este mundo con una misión, “… para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” Hebreos 2:14, 15.

 

La muerte física viene antes del juicio final. Ya que la muerte es una realidad innegable, ella sirve como advertencia para los seres humanos a fin de atender a lo que Dios ofrece como alternativa para evitar el juicio ante el Gran Trono Blanco. Nadie puede detener la mano fría de la muerte. “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” Hebreos 9:27. Y nadie puede detener el desenlace final cuando los seres humanos no arrepentidos serán condenados a la muerte eterna en el lago de fuego.  Sin embargo, ¡Hay BUENAS NOTICIAS! Cristo Jesús murió en la cruz precisamente para proveer libertad de la condenación. Él sufrió el castigo que nos correspondía. Lo hizo antes que llegáramos a este mundo. Ahora por medio de su resurrección Dios ofrece la vida eterna que cambia el destino del pecador del lago de fuego a la presencia de Dios en el cielo.

 

El Señor Jesús habló mucho del juicio venidero y advirtió a la gente sobre la necesidad de estar preparada para enfrentarlo. Jesús dijo: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5:24. Cristo no tuvo un concepto inadecuado del pecado, ni de la muerte, ni del juicio. No los consideró como conceptos inexistentes, sino como realidades de la vida. Él vino precisamente para dar solución al problema. Vino para ser nuestro Salvador. Él sabía mejor que nadie la verdad acerca de las cosas eternas, y habló en términos muy claros del infierno y del lago de fuego. El mismo había estado presente cuando Satanás fue echado del cielo y el lago de fuego fue hecho para él y los demonios. El día de su “encarcelamiento” en él todavía está en el futuro. Cristo vino desde el cielo para rescatar al hombre. Por esto, pudo hablar con tanta claridad acerca de estas verdades. Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento y a la fe en el Señor Jesucristo. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” Juan 3:36. –daj

 

Lectura Diaria:
Exodo 23:1-33 [leer]
/Salmos 66:1-67:7 [leer]
/Hechos 13:1-25 [leer]