Vivimos en la época del Espíritu. Cuando Jesús se fue al cielo, envió al Espíritu para hacer su obra multifacética. El Espíritu Santo es una Persona divina y sin Él no tendríamos la vida eterna y el acceso al Padre.

 

Cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” Juan 15:26

 

El Espíritu Santo es una persona co-igual con el Padre y con el Hijo. Las tres personas constituyen una trinidad y cada una tiene labores particulares que desarrollan. Están siempre de acuerdo, están siempre interdependientes pero cada una tiene sendas actividades que ejerce. Por ejemplo, cuando un pecador se arrepiente y cree en Cristo para ser salvo, la obra de Cristo provee la base del perdón, el Padre recibe al pecador y le hace su hijo cuando el Espíritu Santo viene a hacer su morada en él. Jesús habló del Espíritu antes de ir a la cruz. Indicó que una de sus actividades que sigue haciendo hasta el día de hoy es dar testimonio acerca de Jesucristo. Las actividades del Espíritu Santo son múltiples. Estudiar acerca de ellas equivale a entrar en una mina de riquezas inagotables. Por ejemplo, es cierto que vino el Espíritu en el día de Pentecostés cuando dio origen a la formación de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Siempre ha estado activo en eso. De hecho, el Espíritu no solamente es mencionado en el Nuevo Testamento sino también en el Antiguo. Dice en Génesis 1:2 “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.

 

En la construcción del Tabernáculo, Dios dotó a ciertos individuos como artesanos especializados en trabajar con los metales y la madera según el diseño Jehová entregó a Moisés en el monte. Dios informó a Moisés acerca de Bezaleel quien fue hecho objeto de una obra divina especial; “lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” Éxodo 31:3. El Espíritu vino sobre setenta hombres seleccionados por Moisés para ayudarle en la administración de justicia entre el pueblo. (Números 11:16-17). Tratándose de guerreros, jueces, o profetas, el Espíritu Santo era Él que actuaba en ellos, proporcionándoles una capacidad especial para una tarea específica. Isaías 61:1 tiene mención de Él en una profecía. Setecientos años más tarde, Jesús leyó en la sinagoga la misma porción indicando que el poder detrás de los milagros que Él hacía, era el Espíritu Santo, según la profecía.

 

La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés implica un “cambio de residencia”, del cielo a los creyentes: “os lo enviaré” Juan 16:7. Inició su labor especial entre los que somos creyentes en el Señor Jesús, la cual perdura hasta hoy. A través de ellos convence “al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Juan 16:8. Es llamado también el “Consolador”. Esta expresión lleva la idea de alguien que se arrima a uno para apoyarle o sostenerle mientras le guía en el camino correcto. Jesús dijo a sus discípulos que “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque MORA CON vosotros, y ESTARÁ EN vosotros” Juan 14:17. El Espíritu toma la verdad acerca de Jesucristo, la que es escuchada o leída y revela preciosas características del Salvador por medio de ella. Esto produce un gran sentir de gratitud y por ende, adoramos a Dios cuando el Espíritu nos revela a Cristo. Gracias a Dios por el ministerio del Espíritu Santo. (Continuará) –daj/rc

Lectura Diaria:
1 Samuel 6:1-17 [leer]
/Isaías 48:1-22 [leer]
/2 Corintios 9:1-15 [leer]