Si Ud. supiera que alguien busca algo que usted posee y podría dar, ¿qué haría? Lea de lo que busca el Padre para ver si hoy día cumplirá con su deseo.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” Juan 4:23

Los escritores modernos presentan una visión mundial que no toma a Dios en cuenta. Ellos proponen filosofías e ideas basándose en la teoría falsa de la evolución. Terminan considerando al hombre como el arquitecto de su propio destino. En su tiempo Jesús dijo: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí” (Marcos 7:6). Más de dos mil años han pasado y muchos, ya ni con los labios honran a Dios.

Los pensamientos del hombre moderno han sido forjados sobre el yunque de lo visto y lo experimentado, es decir, la orientación de su vida está basada de una perspectiva personal. Para los tales la verdad es lo que tienen como preferencia personal. Tristemente, muchas personas no conocen la verdad pues están enceguecidas y no les ha penetrado la luz que emana de las Escrituras. A causa de la ceguera espiritual no pueden ver la realidad que Dios quiere demostrar y caminan a tientas por una senda sembrada de ideas peligrosas y de promesas engañosas. ¿Hay acaso alguna verdad que pueda sacar a alguien que se encuentra en esta condición? La Biblia nos cuenta en Juan 4 que Jesús conversaba con una mujer de Samaria y después de revelarle ciertas cosas relativas a su propia vida, El Señor le dijo: “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Esta revelación tiene que haber sido como un relámpago que penetró en la oscurecida mente de esta mujer y pronto le vemos a ella realmente adorando a Jesús.

Una vez un hermano de Norteamérica visitaba Rumania. No podía hablar el idioma. Caminaba sólo un día por una calle con su abrigo abotonado para protegerse del viento. Había otras personas en la calle, todas preocupadas por llegar a su destino en ese gélido día. En eso pasaba un hombre del lugar que silbaba una melodía que llamó inmediatamente la atención del extranjero por corresponder a un himno cristiano muy conocido. La letra que él conocía en inglés hablaba de Jesús, el Gran Salvador que había venido al mundo para salvar. “¿Cómo puede ser que en este frío alguien esté silbando?” se dijo a sí mismo. Se acercó al hombre y, sin decir nada, comenzó a silbar en armonía con él. Los ojos del hermano rumano se llenaron de alegría. Al finalizar el himno trataron de comunicarse sin lograrlo. Con gestos de cariño, apuntaron hacia el cielo con el dedo, estrecharon las manos, se abrazaron, y continuaron su caminata por caminos divergentes. No se vieron más, pero aquel día dos hombres de diferentes países e idiomas, se unieron en la melodía de un himno que tenía significado en su propia lengua. Experimentaron en el silbato la unión cristiana y ambos adoraron al Padre en espíritu y en verdad. Dan ganas de cantar el himno que dice, “Abre mis ojos para ver / Verdades que sólo Tú me das / Oh Señor, ilumíname, / Y a Ti, te adoraré.” Así sea. –DAJ

Lectura Diaria:
Levitico 21:1-24 [leer]
/Salmos 124:1-127:5 [leer]
/Marcos 7:24-8:10 [leer]