Muchos padres han instruido a sus hijos, “piensen primero y luego hablen”. Es un buen consejo. Pablo siguió la misma línea de pensamiento en su carta a los filipenses. Dio una lista de cosas en que debían pensar. Jesucristo había hablado de los que guardan cosas en su corazón y luego hablan.

 

Hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8.

 

El cuartel general que gobierna al ser humano es el corazón, “porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” Proverbios 23:7. Cuando el conocimiento de Dios está presente en el corazón, hay fruto para Él y bendición para el prójimo. Jesús mismo describió lo que pasa con el hombre cuyo corazón está consciente del carácter de Dios, pues “el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno” Lucas 6:45a. Lo que saca el hombre bueno es lo que ha venido almacenando como cosas edificantes y cuando habla, su auditorio recibe un estímulo al espíritu. Pero Jesús advirtió del otro tipo de individuo; “el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” v.45b. Lo que sale por la boca es producto del rebalse del corazón. Con razón Pablo exhortó a los filipenses sobre los temas en que debieran pensar según el texto de cabecera.

 

El corazón del hombre natural está lleno de cosas vanas, carente de pensamientos que se enfocan sobre Dios y sobre su amor y misericordia. Si hubiera software avanzado capaz de tomar nuestros pensamientos y proyectarlos sobre una pantalla para que todo el mundo los viera, ¿nos quedaríamos parados para ver o buscaríamos escaparnos cuánto antes? Los hijos de Coré escribieron una canción de amores. Vino de un corazón contento; “Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero” Salmo 45:1. Dios nos ha dado inteligencia para formular palabras de gratitud y alabanza hacia Él. Desafortunadamente no es el caso en la mayoría de personas hoy día pues “el malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos” Salmo 10:4.

 

Pablo y Bernabé tenían su corazón lleno de pensamientos edificantes. Supieron sacar del buen tesoro de su corazón los pensamientos enriquecedores para el pueblo. Un día sábado entraron en la sinagoga de Antioquía de Pisidia “y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, HABLAD” Hechos 13:15.  Pablo se levantó y pidió silencio dirigiéndose a los que temían a Dios. Hizo una reseña histórica del pueblo de Israel para llegar a hablar de David el rey, de quien Dios “dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” v.22. Luego introdujo un pensamiento, un verdadero tesoro. Habló de la descendencia de David, “y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel” v.23. Hubo conversiones después de esto. Pablo había pensado bien y había hablado bien. Era un hombre con un buen corazón del cual sacó pensamientos que honraron a Dios. ¿Cómo está el corazón nuestro? ¿Estamos atesorando lindos pensamientos acerca de Dios en él? –daj

 

Lectura Diaria:
Números 7:1-89 [leer]
/Proverbios 4:1-27 [leer]
/Marcos 15:1-23 [leer]