Cada cristiano es llamado a testificar de su Salvador. No tiene los recursos propios para tan magna labor. En su gracia el Señor ha provisto la presencia del Espíritu Santo en cada uno que confía en Él. De Él recibimos el poder para dar a conocer las abundantes riquezas de la gracia de Dios.

 

Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8.

 

La promesa dada a los discípulos del Señor acerca de la venida del Espíritu Santo señalaba un cambio notable. La promesa destacó el poder que recibirían cuando el Espíritu llegara. Iba a ser una experiencia no conocida anteriormente. Es verdad que en los tiempos del Antiguo Testamento, el Espíritu vino selectivamente sobre ciertos individuos para que cumpliera una tarea específica, pero no se quedaba permanentemente en ellos. No ocurrió con frecuencia. El efecto de la venida del Espíritu el día de Pentecostés sigue vigente hasta el día de hoy. La profecía escrita por Joel muchos años antes comenzó a ser cumplida en este día; “sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán” Hechos 2:17.

 

El poder prometido no sería fuerza física, sino poder espiritual con el cual podían vivir para la gloria de Dios. Tendría la presencia del Espíritu en sus vidas para que pudieran servir a Dios como Él quería. Jesús dijo claramente que con el poder recibido, serían testigos de Él. Con este poder, podrían dar a conocer el evangelio comenzando donde estaban en Jerusalén. El evangelio sería predicado en los lugares aledaños expandiendo su círculo de actividad hasta llegar a lo último de la tierra. A los cristianos que viven en Chile y Nueva Zelanda, les agrada pensar que sus países están precisamente en lo último de la tierra, medido desde Jerusalén.

 

Con la llegada del Espíritu Santo, una obra comenzó y sigue hasta la fecha de hoy. “Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” 1 Corintios 12:13. Al venir el Espíritu sobre los seguidores del Señor Jesús en el aposento alto, se dio inicio a la formación de la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Sigue haciendo esta labor y a medida que haya personas que creen, el Espíritu las incluye en el cuerpo de Cristo. Pablo escribió a los Efesios: “habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” Efesios 1:13. Con ello tenemos el privilegio de anunciar al Señor Jesús como Salvador por el poder del Espíritu. “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” Romanos 15:13. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 12 [leer]
/Jeremías 21-22 [leer]
/Colosenses 1:1-20 [leer]