“De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo” Gálatas 3:24

La preeminencia, permanencia y pertinencia de la Escritura, de la ley, llevan en el verso 20 de Mateo 5 al propósito. ¿porqué dio Dios la Escritura? El Señor responde implícitamente esta pregunta después que ha destacado los atributos de la ley divina. El propósito de la ley de Dios era mostrarnos que tenemos que ser más justos, es decir, tener más justicia que la que podemos llegar a tener con nuestro propio esfuerzo. No fue dada para mostrarnos cuán buenos somos sino cuán malos somos. En realidad, a la luz de la palabra comprendemos finalmente que la ley de Dios a sido dada para frustrarnos.

Este es finalmente el tema del sermón en Mateo 5-7, la verdadera justicia, la verdadera rectitud. Lo que Mateo 5:20 nos muestra es que el estándar de rectitud que Dios requiere no está disponible bajo el actual sistema, el sistema armado por los legalistas que basaban y basan sus expectativas de ser hallados aceptos para con Dios por sus obras, por mostrar cosas externas, por seguir reglas y por actuar para ser vistos. Ahí tenemos las instituciones de beneficencia, de ayuda a los pobres, de acogida al huérfano… todas ellas muy loables iniciativas pero estériles a la hora de lograr obtener para sus promotores el favor de Dios si no tienen otro objetivo. Jesús está terminando de desmantelar un sistema basado en las obras externas y en el mérito propio. Los que heredan el reino de los cielos son los pobres en espíritu (Mateo 5:3), como vimos hace algunas semanas. En la historia que Jesús contó en Lucas 18 acerca del fariseo y el publicano se expresa claramente esta verdad. Por un lado hay quien pretende y confía en acercarse a Dios y obtener su favor en vista de lo que hace y de que se considera mejor que los demás. Al frente está uno que tiene claro que es un pecador. ¿Cómo lo sabe? pues por la ley de Dios que le acusa. Frente a su situación desesperada y sin nada que mostrar a su favor clama por gracia: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13). El Señor nos dice que este hombre desciende a casa justificado en vez que el otro porque respondió a lo que Dios quería mostrarle por la ley: que era un pecador. Los escribas del tiempo de Jesús conocían toda la letra de la ley, pero llegaban a conclusiones incorrectas porque no habían sido enseñados por el Espíritu Santo. De la misma manera, hoy hay personas que conocen la palabra de Dios, conocen acerca de la enseñanza de Dios pero esta no ha impactado en su corazón de la manera que Dios pretende y han llegado a conclusiones incorrectas buscando equivocadamente lograr el favor de Dios por medio de sus obras. La ley tiene por objeto mostrarnos que necesitamos uno más grande que nos salve. Los fariseos por su parte habían desarrollado un sistema ritual para cumplir la ley y las tradiciones. Acomodaban el estándar para caber en él. Su justicia (rectitud) era sólo externa, manifestando una observancia también externa de la ley (versos 21, 27, 33; Mateo 23:25, 1; Lucas 16:15. “Una cosa te falta” le dice Jesús a uno que quería acercarse a Dios por medio de sus propios méritos (Marcos 10:20).

Demos gracias a Dios por su palabra preeminente, permanente, pertinente y con un claro propósito: llevarnos a Cristo con clara conciencia de nuestra indignidad y necesidad. ¿Ha comprendido el mensaje el lector, que él es el único que nos da la salvación, y nos la da gratuitamente? “A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio… (Isaías 55:1).  Ya nada queda por hacer, la ley nos lleva a buscar la salvación de Dios que se encuentra en Cristo Jesús. Confíe en él como su salvador. rc

 

Lectura Diaria:
Nehemías 6:1-19 [leer]
/Zacarías 1:1-21 [leer]
/Apocalípsis 11:1-19 [leer]