El deseo de la mayoría es ser sabio. La Biblia dice que la persona que gana almas es sabia. Jesús fue sabio siempre. Lea de algunos casos en que su sabiduría se vio claramente.

“El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio”. Proverbios 11:30.

EL Señor Jesucristo se identificó como la Vid Verdadera, Juan 15:1-8. Jesús enfatizó que no somos capaces de producir fruto por nosotros mismos, sino solamente a través de permanecer en él, v.4. ¿Cuál es el fruto y cuál es el resultado cuando es producido? El fruto es aquello que Dios puede utilizar en nuestra vida a fin de traer bendición a la vida de otros. Una palabra de consuelo, una mano de ayuda, una carga compartida en los momentos de grandes pruebas, éstas conforman “el fruto”. Los hijos e hijas de Dios que permanecen en Cristo dan fruto como si fueran “árbol de vida”. El Padre coge el fruto de los actos bondadosos para bendecir la vida de otros. Jesús indicó el objetivo, “en esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” Juan 15:8.

El cristiano sabio comprende que una de sus tareas en el mundo es ganar almas para Cristo y se necesita sabiduría para lograr su objetivo. El Señor Jesús ganó a muchos seguidores cuando anduvo aquí en el mundo. Cuando Felipe consiguió que Natanael le acompañara para verificar si era verdad que el Mesías había llegado, este dudaba que alguien bueno pudiera venir de Nazaret, pueblo que no gozaba de buena fama. “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” Juan 1:47. Lo dicho por Jesús le tomó por sorpresa y quería saber: “¿De dónde me conoces?” v.48. Jesús le informó donde estaba ANTES que Felipe lo llamara” Jesús fue muy sabio en indicar un detalle de antes, pues así quitó toda posibilidad de que Felipe le hubiera informado.

Los casos de la sabiduría manifestada por el Señor son varias. Por ejemplo, en su conversación con la mujer de Samaria, le llevó a ella paulatinamente al punto donde reconoció su pecado y a Cristo como el Mesías, Juan 4. También fue sabio Jesús en su forma de hacer ahuyentar a los acusadores hipócritas de la mujer tomada en adulterio, Juan 8. Jesús usó sabiduría para enseñar que la necesidad espiritual es mayor en una persona que su necesidad física. Perdonó al paralítico primero para luego darle poder para caminar como prueba de la verdad que quería enseñar. Es destacable también su cariñosa sabiduría en Juan 21 cuando siete discípulos fueron a pescar en vez de estar dedicados a anunciar que él había resucitado. Se dirigió solamente a Pedro frente a los demás haciéndole la pregunta sobre su amor. A cada respuesta positiva, Pedro recibió la orden de cuidar y apacentar a los corderos y a las ovejas. No hubo ninguna reprensión por el pasado sino Jesús dio una clara dirección para su vida en el futuro. En mi adolescencia casi diariamente cantaba el himno, “Guíame a un alma hoy, Instrúyeme lo que debo decir, Amigos hay perdidos están y Señor, no saben volver”. ¡Seamos sabios! ¡Ganemos almas para Cristo! –daj