Para los judíos, Abraham era su referente máximo. Se creían sus hijos pero vea lo que Jesús les dice al respecto.

“Y no penséis decir dentro de vosotros mismos: ‘A Abraham tenemos por padre’. Porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Mateo 3:9)

Patriarca de todos ellos, su bien conocida justicia y rectitud les daba la confianza de beneficiarse de las bendiciones y del favor de Dios. Ellos confiaban en la justicia de Abraham para vivir y no ser juzgados ni castigados por sus pecados. Hay muchos que en el día de hoy confían en sus familiares, cristianos verdaderos, para no ser condenados. Otros incluso pretenden que por el hecho de que algún familiar tiene algún cargo religioso ya tienen ganada la aprobación de Dios y un trato especial.

Lo cierto es que Jesús vino en gracia y también en juicio (Lucas 2:34, Isaías 11:3-5, Isaías 61:1-3, Hechos 17:30-31). Juan prosigue diciéndoles: “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mateo 3:10). “El hacha” estaba sólo a 40 años de ser utilizada por Dios, pues el año 70 Jerusalén fue destruida y los pretendidos hijos de Abraham perecieron en su dureza y desobediencia.

El mensaje de Juan el Bautista prosigue solemne: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:11-12). Lo triste es que de parte de los fariseos no hay respuesta registrada al llamado de Dios, pero sí de la gente (Lucas 3:9-10) y de algunos individuos como Nicodemo, que nos hablan de la manera en la que el evangelio ha de ser recibido, de manera personal: “para que todo aquel” (Juan 3:16).

En el mensaje de Juan el Bautista se menciona tres veces la palabra “fuego”. Fuego es sinónimo de juicio (Números 16:35, Deuteronomio 4:24), y el juicio de Dios es inescapable: “¿Y piensas esto, oh hombre… que tú escaparás del juicio de Dios?” (Romanos 2:3). En el mensaje del reino tenemos tres bautismos: de arrepentimiento, de fuego y del Espíritu Santo. Juan presentó la verdad de Dios tal como es entonces y en el día de hoy. Hay que arrepentirse sinceramente, hay que convertirse y hay que recibir el don del Espíritu Santo al creer en Cristo como el mismo lo anunció (Juan 16:7). Luego, el mensaje del reino es un mensaje de esperanza pero también de juicio. No nos confundamos con la persona de Cristo: “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmo 2:12). El rey viene y su reino viene con él. Requiere corazones convertidos y un estilo de vida diferente, uno que no es de esta tierra. Escuche el mensaje que Dios tiene para usted: Arrepiéntase y reciba al Señor Jesucristo como su salvador. Esto es lo que el Señor requiere (Hechos 20:21). –rc

Lectura Diaria:
Exodo 26:31-27:21 [leer]
/Salmos 72:1-20 [leer]
/Hechos 15:22-35 [leer]